Este mes de septiembre, concretamente el 19, Flora y fauna cumpliría diez años.
No voy a esperar a ese día para cerrarlo. Llevo ya, se habrán dado cuenta, unos cuantos meses a la deriva, actualizando casi por inercia y dejando que el blog agonizara.
Diez años son muchos años, y en ese tiempo esto ha crecido y se ha ido transformando en un monstruo inabarcable cargado de rutinas y en el que es imposible encontrar nada. (Un poco como mi biblioteca...)
En este tiempo, Flora y fauna ha cobijado veranos de hielo y de nieve o excursiones por el Sistema Solar. En sus muchas entradas he ido contando, de manera más o menos elíptica, cosas privadas; les he transmitido en directo la guerra contra los Skrulls y el traslado al edificio Baxter, les he hablado de lo que leía y lo que dejaba de leer, he compartido con ustedes escrituras, descubrimientos y decepciones. Y me he equivocado en público, claro. A menudo. Con alegría.
Lo más importante: en estos diez años he conocido, gracias al blog, a mucha gente. Gente con la que ahora me unen lazos de amistad, sean digitales o con cervezas de por medio. Gente a la que admiro y quiero. Gente con la que quizá nunca me hubiera cruzado de no ser por esta pantalla pública.
En fin, no les canso más. Esto se acaba. (Y, con Flora y fauna, se cierra también Metaluna, que era satélite y está aquejado de la misma elefantiasis y las mismas rutinas...)
Eso sí: mi pulsión exhibicionista sigue ahí, así que ya está operativo You are here, una propuesta que quiere ser de mínimos y quién sabe si no acabará siendo más de lo mismo. (Pero lo será, en todo caso, de otra manera.) Un espacio que nace con una mayor vocación de diario personal, pero con las cuatro patas bien plantadas en el suelo de la ficción.
Eso sí: mi pulsión exhibicionista sigue ahí, así que ya está operativo You are here, una propuesta que quiere ser de mínimos y quién sabe si no acabará siendo más de lo mismo. (Pero lo será, en todo caso, de otra manera.) Un espacio que nace con una mayor vocación de diario personal, pero con las cuatro patas bien plantadas en el suelo de la ficción.
Como el Doctor, me regenero.
Fue un placer. No se hacen una idea de cuánto he disfrutado con ustedes.
Gracias por estar ahí. (Y, si se animan, ya saben: You are here.)