Algún día se desinflará el globo de
Íker, supongo. Y quede claro que entiendo su éxito, sé que a la gente le encanta esa parafernalia: asuntos misteriosos, la idea de que hay más cosas en el cielo y en la tierra, escenografías de impacto macabro. Y verborrea, mucha verborrea: polisílabos en batería, aunque no vengan a cuento; y esa interrogación al final de cada frase, como si se diera a entender que hay más, siempre hay más...
Pero no puedo entender que gente que se presenta como seria, adalides del Periodismo (con mayúscula y ético, sí), le dé cancha a semejante charlatán, a un engañabobos, a un embustero (porque quien miente a sabiendas, quien dice cosas que sabe inciertas, lo es, que no me vengan ahora con guantes blancos).
Todo esto, ya se harán una idea, a cuento del programa de Cuatro de
Íker Jiménez, y de su programa de radio; pero, sobre todo, a cuento del nuevo coleccionable comercializado por
El País...