Y estuve de compras. Un incursión rápida que produjo resultados sorprendentes y que me alimentarán la vida de cada día durante unas semanas, me parece.
Primero,
un librito que agrupa ilustraciones de
Uesugi, de
Ronnie del Carmen y de otro señor que me interesa mucho menos y en el que me entero de que el primero estuvo, antes de ser quien es, en el estudio del gran
Taniguchi, para que vean cómo las cosas se van trenzando y uno acaba siempre volviendo a los mismos nombres, los mismos paisajes. El libro es de una belleza que es para no creerlo y les daré más datos (y más adjetivos) cuando lo disfrute despacito, que es de los de digestión lenta y jugosa.
Luego, un
Spirou de
Frank Le Gall,
Les marais du temps, que es bien bonito, se lo adelanto ya, pero que quiero leer antes de contarles más.
Además, descubrí que
Carlo Frabetti (que tanto hizo por la Ciencia Ficción en nuestra adolescencia gracias a sus prólogos para las antologías que publicaba Bruguera, y del que cabe destacar que estuvo implicado en los guiones de
Los Electroduendes, en
La bola de cristal, de cuando en la televisión pública había aún un rincón para la disidencia lúdica y hasta educativa) ha ganado el último premio El Barco de Vapor con una novelita, que acaba de editarse, titulada
Calvina.
Y me traje a casa la edición de bolsillo (aumentada y corregida, como es costumbre en el autor) de
Vidas de santos, otro libro de
Rodrigo Fresán. En Debolsillo. He dicho
Rodrigo Fresán, sí. El mismo que firmó
Jardines de Kensington y
La velocidad de las cosas. Ustedes verán, pero yo me lo llevo ya hoy debajo del brazo para sumergirme en su lectura.
Y vi también que hay un librito firmado por la
Coixet, que ya saben que me cae bien y cuyo cine aprecio y hasta disfruto, editado por Quinteto y que es tan de bolsillo y tan breve que a uno le da no sé qué no llevárselo, así que aquí lo tengo:
La vida es un guión.
Vi muchas cosas más, e incluso me animé a comprar un algo de
Billy Bragg, que le están reeditando la discografía completa y remasterizada y con extras jugosos: cortes inéditos, directos, tomas alternativas y filmaciones... (Ahora mismo suena:
The Internationale.) Pero ya habrá tiempo de irles contando más... que casi es hora de irse a trabajar.
Buenos días.
Relatos de horror escritos con brío y buen oído para la frase justa.
¿Anoche? No soy nada de eurovisión, así que me decidí, ante la sequía, a tirar de los clásicos cercanos y estuve viendo La cuadrilla (The navigators), de Ken Loach, adquirida en un cartón de kiosco hace poco, ya les dije... Cine social, lo saben de sobra. Resuelto con la ligereza aparente del británico, que arranca interpretaciones pasmosas a sus actores y traduce a imágenes de aire documental un guión tan flexible como creíble (y previsible, claro: es lo que tiene ocuparse del día a día con mirada de notario, por así decir). No conmueve, como otras de sus películas "obreras", pero sí hace que uno se interese por unos personajes que tienen a su favor su llaneza, su honradez dramática. 
