jueves, 3 de agosto de 2006

al día

Rematada la lectura del libro de Eloy Tizón (excelente, por cierto: hay dos o tres cuentos de los que no se van de la cabeza en mucho tiempo...), he inaugurado hoy mismo, en el viaje de vuelta del trabajo, la de La velocidad de las cosas, de Rodrigo Fresán, del que disfruté ya Jardines de Kensington, como a lo mejor recuerdan. Por ahora, con apenas unas páginas leídas, no me arrepiento en absoluto. Aún más: intuyo que será lectura gozosa.

Avisados quedan.


(Nota de última hora: esta noche ha subido la temperatura y se ha levantado una brisa inédita hasta hoy. Casi apetece pasear. Los lobos parece que se hayan retirado ya, y la nieve se está fundiendo en los jardines...)

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