Una cosa no le voy a perdonar nunca a
Carlo Fabretti (que, por otra parte, tanto me descubrió y tantas alegrías me dio): que me apartara, en su momento, de
Bradbury y de
Heinlein. Porque eran de derechas.
(Eran otros tiempos: yo tragaba a pies juntillas y ni me acerqué a Crónicas marcianas o a La Luna es un cruel amante... Hoy me arrepiento, porque una cosa es una cosa y seis, media docena... pero, claro, las cosas se aprenden sobre la marcha y con los años...)
2 comentarios:
El buenazo de Carlo, en el entonces, iba por la new thing.
Hay que comprenderle.
No, si yo le entiendo... pero me jodió un poquito, entonces...
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