En las primeras páginas del libro, el protagonista (uno de ellos, quizá el principal) sale de su ensimismamiento en el autobús atraído por la conversación y las risas de un par de mujeres que viajan a su lado, y la mirada se le escurre casi sin querer hasta las rodillas descubiertas de una de ellas. Las mira durante un momento y luego se descubre a sí mismo haciéndolo, se azora, mira para otro lado.
Gestos cotidianos en los que cualquiera puede reconocerse. Pistas sobre la condición del personaje, también. (En un momento determinado, además, volveremos a ese autobús, a ese momento, bien avanzada ya la acción, casi al final. Todo encaja, no hay cabos sueltos, y eso está bien.)
Todo el libro está lleno de esos detalles, y eso proporciona textura, riqueza, credibilidad a una trama que se bifurca y traza meandros, avanza en varias subtramas paralelas, se enreda y desenreda y atrapa enseguida al lector, que se deja llevar con gusto, por el placer de la lectura y por la curiosidad de saber quién y cómo.
Defenderlo poniendo por delante su condición de obra primeriza es fácil, y es también tramposo: Papel estrujado es una obra con peso específico por sí misma y con independencia de lo que su autor hiciera antes (algunos trabajos cortos publicados en Dos Veces Breve, algunos premios...). Un trabajo ambicioso, sí, y valiente: uno no se plantea de la noche a la mañana un novelón (gráfico) de cuatrocientas páginas así, alegremente. Y no llega a ser un libro redondo, claro: hay un cierto envaramiento en los diálogos, quizá demasiado afectados en determinados momentos, igual que hay ocasiones en los que no es fácil distinguir a algunos personajes. Ahí se nota la falta de rodaje, sí. Pero no son defectos que no cometan otros autores con más mili hecha. Y sí son disculpables en su caso, pecados menores, porque el resultado global los eclipsa.
Nadar (Pep Domingo) ha podido hacer Papel estrujado gracias a la beca AlhóndigaKomik que se le concedió en 2012. Una beca, por cierto, desaparecida en combate, víctima de los recortes en las políticas culturales que el Gobierno está haciendo. El libro lo ha publicado Astiberri. Y yo, en confianza, les digo: háganse con él, merece la pena.
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