jueves, 23 de marzo de 2006

viñetas

Por doquier se leen listas de novedades próximas, listas llenas de títulos inexplicables y de alegrías más que afortunadas. Por lo que a mí me toca, descubrir tanto libro de Sfar en castellano supone una satisfacción, por ejemplo.

Y no puedo evitar pensar en las paradojas de la industria transalpina, cómo una generación de talentos más o menos jóvenes, más o menos rompedores, ha acabado por definir las líneas generales de la BD comercial sin renunciar a sus planteamientos estéticos de partida, que estuvieron siempre basados en la narración, en el placer de contar historias a cualquier precio.

Aquí eso no puede hacerse. Porque allá, los que rompen lo hacen al margen de una industria fuerte que, de alguna manera, propicia los experimentos que, a la larga, acabarán por enriquecer sus propuestas. Y aquí no existe esa industria de corte tradicional, fuerte y definitoria. Aquí hay un puñado de pequeños editores que hacen lo que pueden y dos, tres, acaso cuatro sellos grandes que se dedican, fundamentalmente, a la compra de derechos y poco más. Nuestros autores pueden romper, sí... pero eso, aquí, no conduce apenas a nada, no puede cuajar en nada más que en nuevos títulos minoritarios que no dan, no pueden dar de comer a nadie. La dicotomía complementaria industria/independencia es, aquí, imposible. Por falta de uno de los lados.

Independencia, en fin, la hay. Lo que no quedó claro nunca es independencia de qué o de quién...

Necesitamos (está ya dicho muchas veces y en muchos sitios) una industria, libros comerciales, de venta grande, que supongan la base lectora para que florezcan luego las audacias de nuestros autores inquietos. Y para que esas audacias, esas propuestas, puedan cuajar y llevar a alguna parte.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Certero análisis Don F.

Coincido, pero no dejo de preguntarme si ya es tarde para que en el solar patrio nazca esa industria.

Mi, nuestra generación, que creció con ellos, ha olvidado a los tebeos; y nada inculcan a sus retoños.

Mucho me temo que seamos un guetto lector como el de los lectores de poesía, de teatro, de ornitología o de física nuclear.

El kiosco, como una vez dijo Don J ya está perdido.

Irremediablemente, añado y barrunto yo.

Y, mucho me temo, que no opino, refiero

Anónimo dijo...

Pero es que Francia es el único país en el que se da esta dinámica, no? Y no hay que hacerse muchas ilusiones respecto a la industria, cuando no se alimenta de ese lado más creativo del oficio. Basta ver Italia, con una industria anquilosada en la que las cosas interesantes (Gipi, los Ignatz) se hacen al margen y tienen una visibilidad menor de la que tienen en España.

Anónimo dijo...

Sin embargo, amigo Mario, en Italia no está perdido el kiosco.
Los "fumetti" lo llenan.

Anónimo dijo...

Lo interesante y extraño de la nueva situación española es que la independencia ha pasado a ser la oficialidad. Y, en realidad, tengo la impresión, si se me permite, que a día de hoy es más fácil publicar en España adoptando estéticas alternativas o independientes.

Luis Durán o Auladell no son, hoy, alternativos. No tienen a quién serle alternativo. Y sorprende recordar que Carlos Pacheco o Juanjo Guarnido, por ejemplo, son españoles. Parece que lo hemos olvidado. Posiblemente incluso ellos lo han olvidado.

(Ya hay, por cierto, reseñas de V de Vendetta en castellano. Ésta, pongamos: http://www.laguiadelcomic.com/vercine.php?id=38 )

Salud, cuídense,


Valentín Vañó

fcnaranjo dijo...

Ajá. Anotado queda, señor Vañó.

Y sí, sí. A todos: sí.

Pero no: vale que Francia es mucha Francia... pero está Japón, también. Y que tampoco importa: la industria que debe preocuparnos (cuando exista... :) ) es la nuestra, la de aquí.

Y en Italia, en efecto, está Bonelli y esa tradición de fumetti de usar y tirar: industria. Breve, precaria ya, a lo mejor, no sé... pero industria. Y, a partir de ella (y pasando, claro, por los Pratt y demás), los Valvoline y herederos: Mattotti, Igort, los Gipi y Giandelli y demás.

Pues eso...

Octavio B. (señor punch) dijo...

Comentarios vespertinos.
Que no puedo resistirme, que llevo años pregonando con menos sínteris (bravo) pero idénticos contenidos sus ideas, por blogs varios y entre amigos. "La dicotomía complementaria"... ese término se merece, como mínimo, un artículo entero, panorámico y largo, porque define la esencia del arte contemporáneo. Cine, literatura...hasta el teatro, tan "minoritario", todo se sustenta en esa dicotomía.
Menos nuestras viñetas.
Mal negocio, pues.
¿Solucción? Apuestas por un tebeo comercial, de género, realista, y bien vendido (ergo publicitado con arrojo y arrogancia). Y creo que puede ser. Fíjense: el quiosco se pierde, vale, pero el cómic cada vez recibe más atención-respeto. Yo apuesto por los nuevos formatos, y por la librería generalista, y por esa (aún)anecdótica intromisión editorial (Anagrama) que seguro va a más.
No creo que sea mal momento para intentarlo, para salir del guetto.
Sólo hace falta valor (como decía la canción). Editoriales osadas y mercantiles (más que pequeñas disponedoras de delicatessen o contentas con dar pisto al corral habitual).
Buenos días, y buena suerte :)

Octavio B. (señor punch) dijo...

...aunque claro, para colar en sus comentarios mi arenga.. ¿saben qué combinación aleatoria me ha pedido blogger? je... "loca..."
¿premonitorio? :)

j. dijo...

También, quizá, falta una propuesta comercial viable y en la que se crea ingénua y adánicamente -base de la sinceridad y el entusiasmo-, por parte de los propios autores, que, al fin y al cabo, son la parte sin la cual no es posible que haya nada concreto salvo el cansino refrito del cómodo género mil veces transitado (hay género hasta en los fanzines, lo que es preocupante). Que el autor se redescubra en creador del mundo, aunque patine.

A mí, por ejemplo, el descuido gráfico de Sfar me fastidia, pero también ahora pienso que si se hubiese dedicado a hacer unas páginas hipersuperchachis, eso se lo hubiese comido; tendría editados 4, 5 albumes a lo sumo, muy alabados por los fans de, ojo, el dibujo, estaría totalmente constreñido a contar las historias que fuese capaz de dibujar en guay y tendriamos un buen artesano pero no un creador. (Con todo, su descuido me sigue pareciendo que tiene sus puntos negros pero,bueno, siempre puede redibujar sus historias, como Hergé.)

También, quizá, estamos saturados de cultura, y enseguida salta la palanca del reconocimiento, `esto ya lo hizo fulanito´, que para colmo atrae hacia la imitación... O tal vez no lo estamos lo suficiente, como para pensar que aún se puede sacar algo de los caminos trillados. Es complicado, pero sea cual sea el caso, hay que partir de cero; como digo, creando el mundo.

Un saludo.