A pesar de que no ando sobrado de tiempo y de que mi sofá induce al sueño, todavía veo de cuando en cuando algún largometraje (qué bonita palabra y qué poco se usa ya, cuando los metrajes son, de hecho, cada día más y más largos). En las últimas semanas me he regalado tres alegrías. O, más bien, dos alegrías y media.
Por partes. Estuve viendo Europa Report, una de ciencia ficción de las de antes, de manual, que aquí ni se ha estrenado y que me gustó mucho justo por eso, porque es CF de manual y de la de antes, pero también de la de ahora, y porque está resuelta con inteligencia e imaginación. Ya saben de qué va: una misión tripulada a Europa, ese satélite de Júpiter que oculta un océano bajo su superficie helada. Y sabrán, supongo, que la narración se presenta usando el recurso de la "filmación encontrada". Interpretaciones creíbles, dirección artística potente y amor por el género redondean la película. ¿Para qué más? Yo disfruté mucho.
Estuve viendo también La espuma de los días, que (para bien y para mal) adapta la novela de Boris Vian y que está firmada (para mal y para bien) por Michel Gondry. Y aquí, ay, se me desinfló un poquito el entusiasmo, porque si bien la peli lo tiene todo para que me guste... me dejó un poquito frío y se me hizo por momentos muy cuesta arriba. Y creo que puede ser porque Gondry es demasiado literal, no sé si a la letra pero sí al universo visual de Boris Vian, y es un imaginario que funciona mejor leído que plasmado en imágenes, me parece. (Hablo un poco a ciegas, no he leído nada de Vian en los últimos veinte años... tengo muy buen recuerdo de sus libros y la desagradable sensación de que releerlos hoy podría acabar con él.) Con todo y con eso, la película es muy loca, muy inventiva y tiene una poética muy particular, merece la pena echarle un ojo.
Y, por último, Her, de Spike Jonze. Y aquí me quito el sombrero e hinco las rodillas, porque hacía mucho tiempo que no disfrutaba tanto. Una trama sencilla, muy bien escrita y resuelta, con una puesta en escena de apariencia liviana y unas interpretaciones tremendas: un tipo retraído que se enamora de una inteligencia artificial (ciencia ficción, de nuevo, aunque se va a decir poco al hablar de la película). Con esa premisa, que en principio es para echarse a temblar, Jonze construye una historia maravillosa que te deja embobado y sin aliento. Una historia romántica, reflexiva, de personajes. Una historia que habla de soledades, muy humana, y que al tiempo plantea, como el que no quiere la cosa, el tema peliagudo de la inteligencia artificial, su posible desarrollo, su posible integración en una sociedad humana. Además, Joaquin Phoenix da una lección de interpretación contenida y emotiva. Y además... bueno, que no se lo piensen dos veces, que corran a verla. (Les dejo aquí abajo el trailer, por si se quieren hacer una idea.)
1 comentario:
No he visto la de Gondry pero me pasa un poco lo mismo con Boris Vian. Con 16-18 años me los leí todos (o casi, esos libros amigo de Bruguera) pero no He vuelto a ellos un poco por miedo, por viejo y por diablo.
Publicar un comentario