viernes, 17 de junio de 2005

músicas

Curioseando entre CDs de vario pelaje descubrí distintos títulos que, de no ser porque no he cobrado aún la paga extra, estarían ahora sonando mientras les escribo estas líneas, y servirían de banda sonora para el inminente y peligroso fin de semana. Kate Bush, Adam and the Ants (sí, esos mismos; a mí me dio también como un ataque de vértigo...), Ultravox, Kikí D'Akí... Y un buen puñado de imprecisas intuiciones: una portada, ya saben, una referencia cruzada en la memoria que hace que salten las alarmas internas, un a ver a qué suena...


Después, en el metro, apoyado cerca de un ventanuco abierto para combatir el sofoco, me vino a la cabeza la obviedad: me gustaría tanto tener una banda sonora permanente, poder pasear por la acera del Jardín Botánico mientras suena un algo de DJShadow, fundir a The Cure cuando entro a trabajar y bajo las escaleras de piedra y me adentro en largos pasillos; dejar que suenen Los Secretos cada mañana, tomar cervezas con Vainica Doble y con Aztec Camera apagados por la conversación, por las risas... Que cada amiga, cada localización, cada momento de transición tengan su canción, su pedacito de Nyman o de Jobim.


Cosas obvias, en fin. Los viernes son así: propicios a lo banal. Cansancio acumulado y aceras abrasadas de sol.

(Menos mal que aún nos quedan Linus y Pig Pen...)