domingo, 5 de junio de 2005

notas

Tarde lenta, espesa. El asfalto empieza a reblandecerse ahí fuera: un previo poco alentador del verano. En casa, en la penumbra, delante de la pantalla del ordenador... también hace calor, qué demonio.

Habrá que desembalar el ventilador, está visto...


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Ayer, por la noche, cena agradable con amigos. En un restaurante muy razonable, con unas verduritas al grill y una ensalada sabrosa y un vino rico y unas cosas de paté y quesos y unos postres espectaculares; y una camarera tan encantadora que hubiera sido cosa de adoptarla.

Buena conversación, bastantes risas. (Lo mejor para el ánimo, sin duda.)

Luego, después de un paseo laberíntico por la zona de Malasaña, una copa en el Penta, ya ven: como en las canciones.


La noche de Madrid, por cierto, y me van a perdonar por reiterar lo evidente, son tan bonitas que deberían estar dibujadas por Jaime Hernández. (Y de hecho, hay portales y bordillos, hay rodillas y gestos... que él ha dibujado ya, estoy seguro.)


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Hace un par de días, por otro lado, en mi ronda rápida de librerías y novedades, pude hojear unas cuantas.

No sé cómo decirles, pero la gente de Dibbuks ha editado un Calatayud obligatorio: La diosa sumergida. Astiberri se lanza con varios tomos, algunos en tapa dura; atención al de Espinosa: una edición muy bonita.

Pero habrá tiempo de hablar de novedades. La semana próxima habrá muchas más, seguro.


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Por si viajan, precisamente la semana próxima, a Barcelona, echen un ojo aquí.

Si viajan el mes que viene a Gijón, aquí tienen una pequeña sorpresa. (Las hay siempre, por allá.)


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Les dejo. Hay por aquí un par de hormigas que se están poniendo un poco vehementes sin ninguna necesidad...