
A mí es que la conexión fútbol-infancia no me ha funcionado nunca, ¿saben?, y la melancolía con balón no ha sido lo mío jamás. Pero no es difícil obviar la cosa balompédica y centrarse en eso, en la melancolía de una historia sencilla y bien resuelta.
Ahí fuera está el cielo indeciso, y sopla una brisita fresca un tanto incongruente, porque aquí dentro se me ha atrincherado todo el calor de estos días y no hay quien pare en casa...
Y Fatboy Slim pone de su parte para levantarme un poco el ánimo...