lunes, 19 de septiembre de 2005

un año

Según Blogger, esta entrada haría el número 482. Comprenderán que no me ponga ahora a contarlas para comprobar si acaso, pero se me antoja un número razonable, teniendo en cuenta que justo hoy cumple esta bitácora un año en el éter y que, a pesar de no haber sido tan regular como mucha gente cree, he tenido unos cuantos días de redactar más de un post.

Tampoco viene al caso, en fin.


Eso, un año aquí. Decir que se me ha pasado volando sería marear los tópicos, así que mejor lo obviamos...


Durante este tiempo he dado unos cuantos bandazos, se habrán dado cuenta. He ido de lo muy personal a la mera información, escueta y hasta objetiva. Procuro hablar de tebeos, pero también de cine y de libros. Y de músicas. Sin embargo, cuando más cómodo me encuentro es cuando me dejo llevar por el formato y les cuento lo primero que se me pasa por la cabeza... lo que significa que irá habiendo más de lo segundo en lo sucesivo, sin abandonar lo primero.


El formato, por cierto... Sería hora de hablar un poco sobre él.

Verán, el año pasado, al poco de abrir este espacio, se publicó mi primer libro. Este año ha visto la luz otro, colectivo. (Alan Moore. Magia y precisión. Sinsentido; y De Madrid a los tebeos. Una mirada gráfica a la Historieta madrileña. Ayuntamiento de Madrid. Área de las artes.) En cosa de unos meses aparecerá en el mercado francés mi primer álbum, en colaboración con Lorenzo F. Díaz y con imágenes del gran Ricardo Machuca. Libro que tendrá coedición española por parte de Dibbuks, ya lo saben.

Además, llevo mucho tiempo publicando aquí, allá... Un poco de todo y en todas partes. Teoría y opinión. Algún guioncito...

Ver el resultado de tus esfuerzos por fin ahí, sobre el papel, a la venta en las tiendas... es un subidón, una experiencia que no se agota nunca, es siempre nueva. Un empujón, una incitación a hacer otras cosas, más cosas.

Pero, qué quieren... no hay nada que se parezca a esto que ahora mismo estoy haciendo. La inmediatez de teclear este texto, de dejarse llevar por las palabras, por la lógica del discurso, para pinchar luego en publicar entrada y... y ahí está, en el éter, al alcance de todos, listo para que lo lean ustedes.

Y la inmediatez de la respuesta. Comprobar, al cabo de unas horas, al final del día, que ha habido un número de visitas, una cantidad de gente que ha pasado por aquí y me ha leído. Comprobar que ha habido dos, tres, diez respuestas, un puñado de comentarios que son una reacción a lo que he escrito, una diferencia de opinión, un gesto de complicidad. Esto, señores, no tiene precio.

Y, además, engancha. Mucho.


Qué quieren... No esperen demasiados cambios en los próximos meses por aquí. O sí, que esto depende de cómo se levante uno cada mañana, o de cómo le haya ido el día...

Confío en contar con ustedes para, como mínimo, otros doce meses.