martes, 31 de octubre de 2006

un cuento

Aprovechando que es Halloween les dejo aquí este texto que se publicó el pasado año en la Semana Negra de Gijón, en el libro colectivo Salgariana. Era, el libro, una suerte de homenaje a la figura y la obra de Emilio Salgari, escritor que nunca fue una de mis lecturas de niñez, ni de juventud siquiera, pero cuya leyenda siempre me ha conmovido.

Espero que el cuentito les guste, para mí tiene un sabor especial. Está asociado, además, a un puñado de recuerdos muy queridos.

Espero, también, que la Gran Calabaza les traiga esta noche muchos regalos...





LA CASA DE LA HIEDRA Y EL DRAGÓN ESCONDIDO

1. El sueño, la niebla, la casa

El andén, un baúl. El vapor que todo lo esconde. ¿No ha venido nadie? Hay figuras alrededor, siluetas embozadas en gris, fantasmas que pasan de largo, desdibujan un abrazo, desaparecen. Y el susurro en picado de la locomotora agazapada allí, al fondo: una bestia de negro metal sudoroso.

(Años después, cuando Bruma regrese a la casa para recuperar el cadáver comido por el musgo, no dejará de recordar esa primera imagen de la estación: el suelo mojado, el dragón oscuro y cansado al final del andén; imágenes que han poblado hasta entonces sus sueños, como la del incendio, el jardín cubierto de llamas…)

Alguien, por fin, aparece, un perfil de gigante que se inclina hacia ella. Manos grandes, el baúl al hombro con un suspiro sordo. Y botas de siete leguas: Bruma tiene que correr para no quedarse atrás.

Salen de la estación a la calle: paredes de ladrillo sucio, charcos aceitosos. Algunos niños se mantienen a distancia del coche, lo miran con un reflejo de miedo en los ojos. Es una máquina grande, aparatosa: hay que trepar hasta arriba, asientos incómodos, el permanente traqueteo. Pero no tiene caballos: es el único que se ha visto en el pueblo, el único que los niños han tenido nunca cerca, el primero al que Bruma sube.

El viaje es largo y monótono. Después de las últimas casas manchadas de hollín, el páramo rocoso, la carretera. Bancos de niebla aquí, allá. El ruido seco del motor, las manos del gigante sobre el pequeño volante negro.

(Después, esa misma noche, Bruma no recordará haberse dormido, pero sí las imágenes del sueño que la despertó: escaleras de piedra húmeda, el rumor de la tela rígida, un sabor agrio aferrado a la garganta; huir, correr en la oscuridad, el rugido del mar…)

El mar. La casa. El gigante carga el baúl en sus hombros, le hace un gesto. Bruma no está aún segura de haber abandonado el sueño, baja despacio, le sigue sin apartar la vista de la casa. ¿Es de noche ya? Quizá es la casa, que oculta el cielo… Pero no, brillan las estrellas. Brillan e iluminan las paredes cubiertas de hiedra, un bosque en vertical que oculta la piedra gastada y se agarra y trepa hasta los tejados de pizarra negra. Apenas si hay alguna ventana que se libre de la hiedra. Apenas si hay otro color que no sea el verde sombrío de las hojas.

Los pasos del gigante: ya está en la puerta, esperándola. El gigante y… ¿alguien más? Alguien se acerca a Bruma, sí… No escucha la voz que le da la bienvenida: el mar, el rugido del mar, como el aliento de un dragón, lo inunda todo.

2. la casa, los libros, el mar

(Nunca ha olvidado Bruma, después, el abrazo de Sara, ese primer abrazo en el umbral. El olor a bizcocho en el pelo, el tacto de sus mejillas calientes. Uno de esos recuerdos que se guardan como un tesoro.)

Los techos son altos, tan altos que escapan a la luz. Los muebles, descuidados y muy viejos. Alfombras y tapices de colores apagados por el tiempo. Todo huele a madera polvorienta y a cerrado. A metal caliente, a veces. Y a mar. Toda la casa huele a mar, y en cada rincón se escucha el romper de las olas, rítmico, terrible, una tormenta lejana que nunca acaba de llegar, al acecho siempre, inminente.

Sara la lleva de la mano hasta la cocina blanca y la sienta a la mesa. Leche caliente, pan tierno, el olor de la harina. Y la lleva de la mano escaleras arriba, hasta una habitación pequeña, una cama blanda, una ventana por la que se ve la luna llena, el mar, un jardín que dibuja extrañas geometrías. No se cansa de mirarla, de acariciarle el cabello. “Tienes los ojos de tu madre”, dice una y otra vez.

Esa primera noche pasa en un suspiro. Bruma se deja vencer por el cansancio; hipnotizada por el latido del mar allá abajo, se deja arrastrar al sueño. (Pero ya no hay escaleras húmedas, ni hay manos ásperas… esa noche sueña con el mar, sólo el mar.) El día siguiente, gris, lluvioso, pasará también sin sentir: escaleras abajo y escaleras arriba, explorar cada habitación, cada rincón, deshacer el equipaje, acomodar libros y cuadernos, la ropa, contemplar a Sara en la cocina mientras manipula ollas y pucheros, salir al jardín, sentir el viento, oler la sal.

Pasarán varios días antes de que Bruma conozca por fin al otro habitante de la casa. Gris, torcido, Paracelso apenas sale de su habitación, donde pasa sus días leyendo volúmenes de matemática y botánica, viejos libros mohosos cuyo olor impregna su ropa, sus manos, su mirada turbia. Días de correr por los pasillos y trenzar estrategias secretas con las sombras del salón. Días de seguir el rastro de los escarabajos en el jardín y adivinar en la alacena dónde han ido las hormigas, dónde se ocultan las polillas. Días de encerrarse a mirar las fotografías de mamá, desvaídas; buscar su imagen en la memoria, el olor de su pelo, el sonido de su voz leyendo cada noche... Días de gritar en el acantilado hasta jadear, hasta caer de rodillas, hasta pegar la mejilla a la roca palpitante y sentir el latido del mar, un corazón de gigante, incansable.

3. Una escalera, un secreto; un dragón

(El cielo siempre estuvo cubierto, eso Bruma lo recordará bien luego. Únicamente la noche de su llegada brillaron las estrellas. El resto de los días, las nubes se alargaban hasta el horizonte y se confundían con el mar, y todo era gris, y el viento no dejaba de soplar.)

En la casa hay pasillos que no se pueden transitar. El que lleva al laboratorio, y al decirlo la voz de Sara es un susurro que apenas se distingue del murmullo del mar. El que lleva al sótano, y señala vagamente Sara hacia abajo con desdén, pero también con una sombra de inquietud. El que lleva a la habitación de Paracelso.

En la casa hay largas horas durante las que el tiempo parece detenerse, y algunos libros llenos de extrañas ilustraciones que Bruma no sabe interpretar, y tantos pasillos por explorar… pero siempre sus pasos acaban por llevarla al umbral de uno de los caminos prohibidos. El laboratorio, abandonado desde muchos años antes, huele a polvo, a humedad, a vinagre. Cien objetos inexplicables se acumulan sobre mesas y escritorios, una selva de cristales rotos parece poblar cada rincón, no hay ventanas cuya luz pueda descifrar las sombras allá al fondo. El pasillo que sube hasta la habitación de Paracelso no tiene sentido recorrerlo; al final aguarda la silueta de cigüeña quebrada, sus ojos de color pergamino, sus dedos comidos por el ácido.

Queda bajar.

Abajo, el mar se hace más presente. Su latido hace vibrar las paredes. Como un corazón gigante y monstruoso. Y todo huele más, abajo; a mar, a sal, a humedad; a madera corrompida; a espuma y a lodo.

Abajo, las paredes están cubiertas de moho y manchadas de gris y de amarillo. Abajo no hay muebles, sólo una silla desnuda. Abajo hay una puerta. Hinchada, viscosa, brillante de salitre y de agua.

Abajo, el mar suena como la respiración de una ballena, como la agonía de un reino naufragado. Abrir la puerta es fácil, gracias a su madre; apenas eso le dejó: un puñado de fotografías, algunos libros; dos, quizá tres hechizos sencillos.

(Un suspiro, abrir la ventana en tu cabeza, mirar el cielo azul, desplegar las alas, dejarse caer… el ruido de la cerradura.)

Abajo, detrás de la puerta, hay una escalera de piedra y el olor del mar. Y se escucha una respiración que no es de piedra ni es el mar, pero es las dos cosas a la vez, o una tercera, más grande, más áspera, terrible.

Abajo, al final de la escalera, hay un dragón. Una cueva inmensa, el chapoteo del agua y un dragón. Y una luz tenue, como la luz de los sueños.

Un dragón.

4. Azufre y perlas: los libros

Temblor en las manos. No respirar. Mirar, querer desaparecer.

Al fondo, en la penumbra dorada, una sombra azul. Ojos que arden con un fuego lento, afilado torbellino de esquinas, un chirrido, un movimiento que desencadena cosas, sonido de piedra y de metal y de barro, sonido de lluvia, sonido de mar enfurecido y una mano, algo que puede ser una mano.

Cinco dedos.

(Bruma, en sus sueños, no dejará ya de ver, una y otra vez, esa mano que se alarga hacia ella. Esa mano y la mirada que brilla detrás. La mano que tomará entre las suyas tantas veces luego. La mirada que arderá con una luz nueva cuando oiga mencionar a la Perla de Labuan…)

La primera vez corre escaleras arriba, cierra la puerta y se esconde en su habitación, las piernas flojas y el aliento entrecortado. Pero volverá: el rumor del mar la atrae, el olor dulzón de la cueva, los ojos que la miraron con ese fuego desolador. Volverá para acercarse, para mirar despacio la piel entreverada de nácar y cieno, para sentir en su mano el oscuro latido del pecho, para intentar abarcar el cuerpo derramado y áspero. Volverá con libros, los libros que su madre leía en voz alta cada noche, libros gastados, libros cuajados de imágenes arrebatadoras. Y su voz, limpia, clara, de agua dulce, llenará la cueva, acallará el rumor del mar.

Su voz: “Una voz ciega, de metálica vibración, se elevó sobre el mar y retumbó entre las tinieblas, profiriendo estas amenazadoras palabras:

- ¡Alto a los del bote! ¡Alto, o vais al fondo del mar!”

Horas. Tardes enteras. Cuando ya no quedan más libros, empezar otra vez. El Corsario Negro y Sandokán y Yáñez. Marineros, piratas, soldados. La jungla, el mar abierto, países remotos. Cientos de imágenes y de personajes, de sueños.. Papel húmedo, la voz de Bruma, la mirada anhelante del dragón atrapado, esclavo de la tierra que le da la vida, encadenado a las ardientes emanaciones que mantienen su corazón en marcha, su corazón de gigante.

Su mirada anhelante y su boca entreabierta cuando Bruma se aleja escaleras arriba y la puerta se cierra y otra vez el mar, el rumor de titán del mar, llena la cueva.

5. La noche, el cielo, el jardín en llamas

Los libros fueron de su madre, como los hechizos y el color violeta de sus ojos. La acompañaron al orfanato, se aferró a ellos en los largos pasillos, en las escaleras húmedas. La mirada malévola de Paracelso al otro lado de la mesa: “Las mismas tonterías de tu madre”, palabras de desprecio escupidas sin fuerza. La tristeza de Sara a su lado.

El latido del mar.

Los cubiertos hacen un ruido seco, trivial. Porcelana sucia, la sopa se enfría. El mar parece enloquecido, Bruma no se explica cómo puede ser que el bramido no apague las velas, cómo es posible que los vasos no caigan, que las ventanas no se abran de par en par. Se encoge en su silla, los libros en su regazo. Paracelso la mira desde lejos… Todo parece tan lejano.

Sobre el mantel, con los dedos mojados, un dibujo. (El cielo azul; abrir las alas…) Algo se rompe, una cuerda se destensa, el agua se derrama por fin. Y un murmullo crece, lento, denso, una marea de cuchillas se arrastra escaleras arriba, el ruido de la puerta derribada. El calor.

Apenas dura unos segundos. Paracelso ni tiene tiempo de entender: el dragón es una locura incandescente, oro y fango, la cabeza ladeada para mirar de cerca a su creador, unas manos que señalan hacia las ventanas, hacia fuera. Y el chirrido del metal y la piedra, y los cristales, y un bramido.

El salón arde, las llamas dibujan un camino hacia fuera, lamen las paredes decrépitas, se extienden, bailan, se multiplican: otro mar, azul y dorado. Bruma corre, los libros abrazados. Corre tras el dragón, huye de Paracelso hipnotizado, paralizado, condenado.

La casa arde. Y en el jardín, en medio del jardín en llamas, contempla el grito mudo del dragón inmóvil. Y en silencio, a su lado, sigue su mirada hacia arriba: un breve claro en la tormenta deja ver el cielo negro, las estrellas.

6. Los libros, el tiempo

(Años después, cuando regrese para recuperar el cadáver, no quedará de la casa más que un perfil de escombros cubiertos por la hiedra. Años después, también el dragón será terreno conquistado, y decenas de pequeños animales anidarán en su boca abierta. Años después, sólo sus ojos seguirán ahí, vacíos, una mirada perdida en el cielo… Y Bruma se sentará a su lado, y volverá a abrir los viejos libros uno por uno, ya tan gastados que las páginas estarán sueltas, y hasta puede que alguna se haya extraviado con el tiempo. Y le volverá a leer de feroces piratas, de cielos remotos, de amores ardientes y terribles venganzas…)

sigo aquí...

No se me despisten, que a pesar del silencio del fin de semana y lo lacónico de las últimas entradas, yo continúo a pie de teclado y confío en recuperar ritmo en un par de días.

El domingo fue largo y soleado, y el lunes lo ha sido también, aunque de otra manera. Me he traído un par de cosas bonitas (de McDonnell, en concreto: su nueva compilación de Mutts y un librito chulo para niños) y el Lost girls de Moore, que le tenía ya ganas. Y el Juglar del compañero Rafa Marín, que también le tenía ganas...

Recibí unas fotos desde Martinica... pero no hay manera de abrir el documento: debe haberse desbaratado en el jaleo de compactar, viajar y descompactar, o qué sé yo... Una pena.

Sigo disfrutando de Perdidos, House y Prison break, y además ahora estoy casi enganchado a Bones y me acabo de enterar de que este mismo viernes se estrena, hacia media noche, la segunda temporada de Queer as folk.

Y he leído ya Los juncos, de Sandra Uve, que me ha gustado bastante: ya les contaré con detalle, desde aquí o desde la cápsula del cosmonauta...

Y en esas estamos.

lunes, 30 de octubre de 2006

sábado, 28 de octubre de 2006

sábado

Cuando me acuesto, lo hago pensando en que el sábado vuelvo al trabajo. Un día para ponerme... eso, al día. Para enterarme de las últimas noticias.

Cuando me acuesto, lo hago pensando en que mañana sábado (hoy, si me leen una vez amanecido el día) hará sol, seguramente. Y pienso también en qué libro llevarme debajo del brazo para leer en el metro y en el tren, a la ida y a la vuelta. Porque terminé con los dos de Connie Willis, chispeantes, y ando un poco despistado... Murakami, seguramente.

Cuando me acuesto es porque se me cierran los ojos de sueño, aunque luego, de madrugada, acabe desvelado y esperando el alba sin poder volver a dormirme.

Buenas noches. (O buenos días, en fin...)

viernes, 27 de octubre de 2006

actualizando

Aquí les dejo enlace al Cosmonauta, con un artículo recuperado de la cripta, que ya hacía tiempo...

Que pasen un buen día.

jueves, 26 de octubre de 2006

sin piedras

Pinchen, si eso.

Yo he firmado ya.

El día ha sido largo. Sol, lluvia, sol... la tónica de costumbre ya, esta semana.

Por la mañana me he despertado con dolor de cabeza. He dormido mal...

Después de mucho trajinar, por la tarde he ido a tirar unos folios viejos (unos cientos de viejos folios) a un contenedor, justo a tiempo para, a la vuelta, encontrarme con la lluvia repentina. He llegado a casa empapado.

Esta tarde he tenido noticia, también, del trabajo. Llevo un par de días sin ir (mucho lío en casa esta semana), y lo que venía intuyéndose ha acabado por confirmarse: estamos rodeados y vendidos, estafados, traicionados y burlados. Qué asco.

La noche está fresca. A ver mañana cómo se da...

zafarrancho

Rodeado de papeles en proceso de reciclado, negras las manos de polvo, pongo estos días orden (es un decir) en mi biblioteca. Lo que, además de dolores de espalda, me proporciona breves alegrías: reencontrar libros que creía perdidos, por ejemplo. Hojearlos un momento, incluso reservarlos aparte y a mano para un ratito tranquilo...

Mientras tanto, el cielo no deja de dar sorpresas. Tormentas repentinas, paisajes de apocalíptico gris plomo, lluvia y sol y lluvia y...

La banda sonora de estos días está siendo el LP de Underwater Tea Party.

inminente


Ya se sabía, pero conviene insistir: Dibbuks prepara la publicación de Shukumei, primera entrega de Los Innombrables, para el próximo y muy cercano ya Expocómic. Una serie que es ya legendaria, el mejor trabajo de sus creadores, Yann y Conrad. Yo les aconsejo que no le pierdan la pista.



(Además, segunda entrega de Koma, Xecuencias de Azpiri y un libro de Carlos Vermut que, a juzgar por lo visto en alguna pantalla cercana, será, como poco, espectacular.)

miércoles, 25 de octubre de 2006

consideraciones (un enlace)

Sé que llego tarde, pero llevo días un poco disperso de cabeza por muchas razones. Llego tarde, pero no me resisto a enlazar aquí un texto que aclara algunos puntos polémicos en torno a la próxima edición en exquisito blanco y negro de El Príncipe Valiente. Puntos técnicos e informaciones pertinentes en torno al método de trabajo de Foster. Pinchen y lean...

(Muchas gracias, señor Punch.)

martes, 24 de octubre de 2006

de noche

No llueve, y a estas deshoras uno se asoma a la ventana con cierta aprensión. No acecha nada detrás de la cortina, pero el sueño parece esconderse en algún rincón pese al largo fin de semana...

Pero bueno, no llueve...

A ver mañana... (que es ya hoy, en fin...)

el martes que fue jueves... o así

Pues eso, el jueves 26 a las ocho de la tarde... Acudan, si tienen un ratito.

domingo, 22 de octubre de 2006

en un rato...

Esta mañana, en el trabajo, visita desde Vigo: una pareja de amigos, antes de volver a su Galicia, se han acercado a saludar, que estaban de visita y no habíamos podido vernos. (Gracias, chico y chica: estas cosas no se olvidan.)

Esta noche, volviendo del trabajo, en el tren, una madre de perfil afilado contaba despacito a sus dos hijos, uno de ellos adolescente ya, el argumento de la película de Frank Capra, esa película, la suya por excelencia (no la mejor, pero sí la que todos identificamos con él). Extraña conversación, extraña sensación mientras el tren recorre los túneles bajo la ciudad hacia mi barrio... Extraño vértigo, escuchando el relato de las desventuras esperanzadoras de James Stewart...

Mañana... lunes, y ya veremos...

¿Todo bien por ahí fuera?

viernes, 20 de octubre de 2006

aguas

Y que no deja de llover.

El fin de semana se presenta espesito y húmedo.

Y la semana próxima... a ver, que sintonice la bola de cristal... sí, aquí está... Uy, la semana próxima no sé si lloverá, pero también va a ser de órdago por aquí.

En fin... Con calma, ya saben...

jueves, 19 de octubre de 2006

noches

Oscura y fría ya.

Cómo apetece meterse en la cama y arrebujarse bien, enredarse en la sábana y la colcha, mirar de reojo la luz pálida de la farola, amarilla y turbia, al otro lado de la ventana. Darse media vuelta, cerrar los ojos, dejarse llevar...

miércoles, 18 de octubre de 2006

mornin'

Despertar lento y oscuro y pastoso. Una de esas mañanas...

Batería de fotocopias: papeles, papeles, una por los dos lados, esta que se vea bien, quitar las grapas de esta otra... Y salir con la carpetilla debajo del brazo para descubrir que, por supuesto, llueve como si mañana no fuera a amanecer. Un ratito nada más: lo justo para cubrir la vuelta a casa y el posterior viaje al mercado, donde, por cierto, no quedan la mitad de las cosas que quería traer...

Agh...

A ver si la tarde se da mejor...

convocatoria (para ya mismo)


Aquí tienen: exposición nueva y calendario de próximos Martes Sinsentido...

martes, 17 de octubre de 2006

estanterías


Nada, que he estado mirando estos días y he visto que han salido un par de cosas de las que apetecen mucho. Juglar, lo nuevo del señor Rafael Marín, por un poner. O el segundo tomo de La historia de Genji en edición de Atalanta... tan exquisitamente editado como el primero.

Y que me entero aquí al lado de que el gran Luis Durán tendrá, en breve, nuevo álbum. (Además de exposición en Expocómic...)

Y digo yo... ¿de qué sirve ir soltando lastre, como decía más abajo, si no dejan de aparecer títulos jugosos a los que a uno le apetece hincar el diente?


(Por cierto... que ha dejado de llover hace un rato. Buenas noches...)

enlaces, lluvias, bibliotecas, ego...

A raíz del abandono de L'Association por parte de Sfar y Trondheim, pilares fundamentales y emblemáticos del sello, viene bien leer despacio la entrevista con Menu que los incansables muchachos de Entrecómics han colgado aquí. Y luego, reflexionar al respecto de todo el embrollo, pero también de las diferentes maneras de entender la independencia creativa y editorial...

Y, después de la reflexión, no vendrá mal desengrasar los engranajes de la ironía con una breve charla que en Culpable y perdedor han tenido con el gran Howard Chaykin.


En otro orden de cosas, les cuento que el día ha sido lluvioso. Nada que no sepan ya, claro... Pero es que no ha dejado de caer agua ni un momento. Qué bárbaro...

He estado toda la mañana en danza, entre unas cosas y otras. Después de comer (carpaccio, pasta con salsa de setas, vino rojo, un postre dulce) me he pasado por una Biblioteca Pública de la Comunidad (la que está en la Puerta de Toledo, en concreto) y he dejado unos libros y algún álbum. He decidido que no es mala forma de ir soltando lastre; despacito, pero sabiendo que va a parar a buenas manos y que el material podrá ser disfrutado por más gente. (Ya que estaba, me he traído a casa en préstamo el tomo de David Rubín que editó Astiberri, El circo del desaliento, que me está sorprendiendo agradablemente.) Además, debo decir que tienen varios títulos de la colección Sinpalabras, incluído el de Alan Moore que firmó servidor de ustedes... Una sensación extraña, abrirlo y ver la ristra de sellos que marcan los diferentes préstamos...


(Por cierto, y antes de irme: precisamente Astiberri ha editado un librito de Sandra Uve: Los juncos. Está en casa y me da muy buena espina. Recupera el tono y la textura emocional que demostraba en su, para mí, legendario fanzine Ponette. En cuanto lo lea les cuento más...)

noche de lluvia

Llovía anoche, mientras les escribía las líneas anteriores, y llovía cuando me acosté. Ha estado lloviendo toda, toda la noche; sin pausa. Una lluvia espesa chorreando al otro lado de la ventana.

Y esta mañana, después de que a eso de las seis pareciera por un momento que lo dejaba... esta mañana sigue lloviendo.

Madriz debe estar no ya empantanado, sino completamente atascado.

Menuda mañanita nos espera...

en previsión

Las próximas semanas van a ser un poco intensas y quizá desconcertantes, así que es posible que esté yo más lacónico de lo habitual. Pero es cosa de días, ya digo. Luego volveré a mi ser.

(Pero no me voy, que conste: yo sigo aquí, y a diario; o casi. Y les dejo, como pequeña joya de la semana, enlace a una iniciativa sorprendente y melancólica, como corresponde a todo gesto poético.)

lunes, 16 de octubre de 2006

mañana en gris

Se cuela una brisa fría por la ventana. Aún no huele a otoño, pese a todo.

Y el cielo está manchado de gris.

(Buenos días...)

domingo, 15 de octubre de 2006

otro Larcenet

En efecto, les dejo enlace a mi otro blog, donde acabo de colgar una breve consideración sobre el último Larcenet que ha aparecido en nuestras tiendas: Casi... Es un libro sorprendente, lleno de fuerza y con una gráfica inesperada. Está editado por Bang.


avance...

Despacito, pero seguro.

Unas imágenes de Víctor Rivas, para ir abriendo boca.

Aquí.

A mí me gustan mucho. Tienen un tono muy... que me gustan, vaya.

ruidos

Suena en casa no sé qué selección del RdL, esa revista de música que parece escrita por y para gente con dos carreras y que de cuando en cuando me gusta comprar por eso, por las selecciones musicales de los CD que se incluyen con cada número. Y porque en el listado agotador de novedades discográficas encuentro, a veces, joyas que luego me ocupo de rastrear...

Este mes se incluye una conversación con Max en la sección de Historieta (sección a cargo del vecino Pérez).

Y ha estado haciendo un frío raro estos días... Frío a destiempo...

botón derecho, guardar como...

Nueva entrega del boletín Cómic Tecla, la que hace el número 21. Incluye información sobre el Saló del año próximo, las actividades relacionadas con la Historieta de Kosmópolis06, un artículo de Norman Fernández sobre Hermann y un buen puñado de reseñas interesantes.

Se puede descargar desde aquí.

jueves, 12 de octubre de 2006

adelanto de títulos


Para este mes de octubre, Dibbuks tiene ya listos dos libros: Diez dedos y Mira más allá. El primero, colectivo, recoge trabajos de jóvenes autores de por aquí: Christian Suárez, Alfonso Salazar, Ignacio de Ramón, Álvaro Núñez, Álvaro Muñoz, José Luis Martínez-Larraz, Enrique Lorenzo, David Hueso, Carlos Díaz, Ken Niimura, Colo y Deme. Diferentes miradas sobre el género negro, hiladas en torno a un argumento común.

El segundo libro se publica con retraso, debido a una serie de problemas de impresión, y lo firman Brian McLachlan y Thomas Williams.

El editor adelanta, además, los cuatro títulos que aparecerán el próximo mes, coincidiendo con Expocómic: El Banyán Rojo, de Carlos Vermut; Xecuencias, un compilatorio de trabajos eróticos de Alfonso Azpiri; Koma 2. El gran agujero, de Wazem y Peeters; Los Innombrables 1. Shukumei, de Yann y Conrad.

convocatoria

El próximo miércoles 18, en el Espacio Sinsentido, Sonia Pulido firmará ejemplares de su libro Puede que esta vez, un trabajo sorprendente que aúna su sensibilidad de ilustradora (versátil, atenta a la gestualidad) con un afán narrativo todavía errático, pero bien encaminado.



Acérquense, si encuentran un tiempito... y den al libro una oportunidad, también. Verán que les sorprende...

miércoles, 11 de octubre de 2006

y el sol que no se va...

Está el otoño que no hay manera... aunque ayer incluso chispeó un ratito a última hora, cuando era ya de noche y salía de trabajar. Pero hoy no, hoy brilla el sol... haga o no falta.

Y yo les dejo aquí otro aviso para que visiten a los vecinos de Entrecómics, que traducen (son incansables...) una breve y jugosa entrevista, muy reciente, con Chris Ware.

(Y hoy no hay Perdidos, que el fútbol usurpa su tiempo... Un asco.)

variantes

Última entrega de Anatomía de Grey en su segunda temporada... Espectacular. Un puro arrebato.

A mí no es difícil hacerme llorar desde la ficción... pero es que estas cosas tienen obligación de hacer llorar, de arrebatar y arrastrar. Si no... ¿para qué verlas?

Grandes momentos, grandes personajes cuajando su idiosincrasia a pelo y en plano medio, mirando a cámara.



En otro orden de cosas, me he tropezado con el pasado... En el autobús, una chica que estudió conmigo el COU (una cosa del cretácico que ya no se hace, me parece). Pequeña, fibrosa y activa. Después de tantos años, un breve encuentro, ya digo, en el bus lleno de gente. Ahora enseña música (interina)... ¡en el mismo instituto! Lo que le ha permitido coincidir con algunos de nuestros profesores, del otro lado de la trinchera ahora. Y, lo mejor, le ha permitido... enseñar a los hijos de algunos de nuestros compañeros (o compañeras, más bien, que eran mayoría aplastante). Extraña situación...

Por lo demás, su vida debe ser, también, de las de libro. (O de las de guión de cine, al menos...) Canta ópera, ha hecho sus giras por Italia. Enseña ahora música en institutos, mientras no deja de ensayar sus cosas.

Vida intensa.



¿Qué más? Martes gris, de cielo acuarelado... y de sueño breve e inquieto.

A ver...

martes, 10 de octubre de 2006

comunicado: desde las trincheras de Telemadrid

Visto en Escolar.


Aplaudido aquí mismo, si me permiten...


La disidencia en Telemadrid se paga muy cara, indistintamente de si ésta es profesional o política porque para la actual Dirección ambas facetas representan lo mismo. Germán Yanke abandona el Diario de la Noche debido a injerencias políticas que lo son también profesionales. Él lo sabe como lo sabemos los periodistas de Telemadrid que desde hace tres años denunciamos la línea editorial y la manipulación imperantes en este medio. Lamentablemente, antes de que le ocurriera a él, Germán Yanke no sólo nunca movió un dedo en apoyo de los profesionales que luchamos por que no desaparezca de Telemadrid la pluralidad, la veracidad y la objetividad, sino que se rodeó de una redacción propia , despreciando así el trabajo y la profesionalidad de los que ya estábamos en Telemadrid.

Esto no impide que El Consejo de Redacción lamente profundamente esta nueva demostración de los principios censores y completamente ajenos al periodismo que mantiene tanto la Dirección General como la Dirección de Informativos. Constatamos que este episodio constituye la punta del iceberg bajo el que se oculta la complicidad de los oscuros intereses políticos que mueven los hilos del poder en este medio. Disentir de la teoría de la conspiración del 11M no tiene cabida en Telemadrid, lo que constituye un ejemplo más del servilismo político de los actuales gestores de este medio de comunicación público.

Conviene recordar que esta crisis no ha sido la primera ni será la última. Más de una docena de redactores de Telemadrid ha abandonado esta empresa en los últimos meses, muchos otros deben sufrir a diario el ostracismo profesional, y una redacción paralela incorporada recientemente acomete la labor propagandística a la que Telemadrid está abocada en los últimos tres años, lejos de su trayectoria histórica y de su vocación de servicio público. La caza del disidente y la anulación profesional del periodista que no comparte sus tesis, se ha convertido en una singular marca de estilo de esta dirección. Contra este uso partidista se han pronunciado en reiteradas ocasiones los periodistas de Telemadrid, la mayoría de los cuales continúa sin firmar sus noticias desde hace ya casi dos años.

El Consejo de Redacción seguirá denunciando la gestión de Telemadrid como terminal mediática de cualquier partido político, sin renunciar nunca a los principios de objetividad, pluralidad, veracidad y rigor que deben regir las decisiones profesionales de esta empresa y de quienes trabajamos en ella. Es nuestra obligación como periodistas y trabajadores de un medio de comunicación PÚBLICO.

ultramar

De Martinica me llegan noticias: hace sol, el ron está riquísimo y la gente es mucho más amable que en Francia. No es poca información, ni desdeñable. Uno podría plantearse emigrar allí con estos datos...

Pero claro, con lo poco que me gusta a mí viajar...

No, que me quedo. Decidido.




(Ay, ese ron a pie de playa...)

lunes, 9 de octubre de 2006

lunes de sol

Inexplicablemente, el sol sigue saliendo cada mañana...



Les dejo hoy un enlace que conviene leer: entrevista con Darwyn Cooke a propósito de su recuperación de The Spirit, un proyecto que con toda seguridad va a provocar polémicas airadas y rasgaduras de vestimentas aquí y allá. Como siempre, por cortesía de Entrecómics.

Y les dejo otro enlace, autoenlace más bien, que viene al caso y que inaugura, en el Cosmonauta, sección de recuperaciones.

Y les dejo ya, que llego tarde...

sábado, 7 de octubre de 2006

sábado

Ha manecido soleado y casi veraniego, el día. Cielo azul clarito.

Hoy finaliza la primera semana laboral de la temporada. No ha estado mal. Uno se cansa, claro: falta de costumbre. Pero, en general, la cosa ha ido bien. (Reencuentros, ya les dije: lo mejor.)

Para mañana tengo prevista sesión de relax, con lecturas variadas, de las de picotear un poco allá, un poco acá.

Ya les contaré.

Mientras tanto... buen día. (Disfruten del sol, que ya llegará el invierno... para disfrutar del gris.)

viernes, 6 de octubre de 2006

aspirinas


Dos, para desayunar. Que me he levantado con un dolor de cabeza de 6 en la escala Richter.

Se me ha ido pasando despacito mirando libros esta mañana. Y charlando en la comida.

(Por cierto, que al final he encontrado el libro de Murakami... Eso también ha ayudado a acabar con el dolor...)

Al final de la tarde, la luna entre los árboles del Paseo del Prado.

luna llena

O casi.

Cielo negro y limpio.

El otro día les recomendaba un libro de Connie Willis. Hoy debo comentarles que hay otro nuevo en el mercado, editado por Ómicron. (O quizá sea el nombre de la colección... no me queda claro.) Se titula Infiltrado, es una novela corta y ganó el premio Hugo de este año. Son doce euros (un engaño, en mi opinión). Ya les contaré, que no he podido evitar picar...

Otra cosa: en Entrecómics han traducido un par de entrevistas con el gran Tatsumi que deberían ustedes leer, claro. Pinchen aquí.

Y una cosa más, antes de irme a la cama: me ha llegado el tercer libro teórico de Scott McCloud. Es mi lectura de metro y, como ya es costumbre, me parece muy interesante. Ya entraremos en detalles...

La noche huele tan bien...

jueves, 5 de octubre de 2006

cosas


Hoy tocaba actualizar en Cosmonauta... Les dejo enlace y les adelanto que la cosa va de manga terrorífico.

Por lo demás, el segundo día de trabajo fue mejor que el primero. Y el segundo episodio de Perdidos, el de la historia de los naúfragos de la cola del avión, fue brillante. Como lo fueron los dos de Anatomía de Grey, por cierto...

Y eso...


miércoles, 4 de octubre de 2006

así es

Deprisita improvisar una ensalada para la noche mientras suena la obra ahí fuera, a dos pasos: compresores, voceos, trajín variado desde bien temprano. Deprisita mirar por aquí, un rápido vistazo a los sitios amigos. Deprisita, acercarse al mercado y comprar cuatro cositas.

Si uno lo piensa... lo cortas que pueden ser las mañanas, caray...

un cartel y dos enlaces

El cartel, muy bonito, es de Alberto Vázquez.





Los enlaces, aquí les dejo uno y otro.

martes, 3 de octubre de 2006

la luna y las nubes

Volvía deprisa a casa, después de salir del tren. Cuesta abajo. El cielo, de un azul oscuro. Nubes en relieve, de un blanco gris espectacular, gomoso y áspero. La luna, oculta entre ellas, brillaba con luz de fluorescente, de cocina a media noche.

Corría un aire frío, de otoño. No hace ni tres horas... (O quizá sí, quizá algo más... qué importa.)

preparativos

La mochila está ya preparada, las camisas dobladas, la ficha de fichar, el móvil en vibrador por si, tickets para comer y una ojeada preventiva al calendario para ir calculando posibles días libres en próximas semanas, que conviene no abusar de uno mismo...


Y el libro de leer (en el metro, en el tren).



Y una camiseta limpia con Don Gato en el pecho.

para leer

Nueva actualización en @bsysnet: tebeos, literatura infantil, apoyo a la lectura... Un texto interesante y que mueve a reflexión.

lunes, 2 de octubre de 2006

lunes: se acabó la cuenta atrás

Lo que quiere decir que mañana toca ya volver al redil laboral, ay...

(No se dejen engañar: a mí, mi trabajo me gusta; y me gusta mucho la gente con la que trabajo. Es decir, casi toda, ya se imaginarán...Pero eso, que los primeros días después de vacaciones son siempre de reencuentros, de recuperar rutinas y recuperar compañías, y eso está muy bien.)


Hoy, por cierto, y como prefigurando un otoño con su aire gótico, ha amanecido gris. Ahora mismo, de hecho, miro por la ventana y el cielo es una acuarela plomiza...

domingo, 1 de octubre de 2006

por la tarde


Bueno, ya está. Colgada la primera reseña. (Reconozco que estoy bajo de forma, me ha costado un poco más de lo que esperaba...) En ella hablo de Fresa y chocolate, un tebeo (nada que ver con la película cubana, por cierto) firmado por Aurélia Aurita, editado por Ponent Mon y que deberían tener todos ustedes en casa, se lo advierto.

Por otra parte, les dejo
aquí un enlace, un poco por lo de la fecha señalada (aniversario de la concesión del voto femenino en España) y otro poco porque la Satrapi me caía bien antes de leer el extracto de la entrevista... y me cae mejor ahora.

Y les conmino a asaltar las librerías mañana mismo y buscar un librito, editado por B en su colección de bolsillo, titulado Oveja mansa y firmado nada menos que por Connie Willis. Por cinco eurazos disfrutarán ustedes de una delirante comedia romántica de trasfondo cuántico que les dejará la cabeza como recién amueblada... (Lo digo en serio: busquen y lean, merece la pena.)

nuevo mes

Octubre, que ha llegado como de puntillas, hay que ver...

Y el caso es que las mañanas siguen siendo de sol y de cielo azul, ya ven...

Dos o tres cositas, a ver, que en un ratito salgo a comer en casa de mamá. Primero, les aconsejo a todos que se pasen por el sitio del señor Marín, porque ha empezado a publicar, por entregas, su novela para chavales Un tebeo mágico. Háganme caso y echen un ojo...

Más. Tengo ya en casa un disco del que les hablé algo hace unos días... Todas las estrellas, del gran Parade. Una joya que bebe de sus fuentes habituales: mitologías retropop (de Bradbury a Bowie, pasando por Lovecraft, Addams o Kirby) y referencias exquisitas (Vainica Doble, el ye-yé francés, Family). En el sitio de Spicnic y en su propia bitácora pueden escucharse algunas canciones irresistibles...

Y más aún: me llega noticia de que Bartolomé Seguí, uno de nuestros mejores autores todoterreno, capaz de dotar de intimismo al thriller castizo sin abandonar referentes clásicos ni olvidarse de la línea clara, ha abierto blog. Miren, miren...

Y ya que estamos con nuevos blogs... servidor ha abierto algo llamado Cosmonauta Spiff, un espacio en el que irán apareciendo, un poco al buen tun-tún, reseñas de mis lecturas y, quizá, noticias u ocurrencias. Centrado todo, eso sí, en los tebeos. Lo que no quita para que, de cuando en cuando, no vaya a contar algo de medios paralelos: televisión, cine, literatura, ilustración... pero siempre irá hilado al respecto de la Historieta. (Está claro que ya casi sólo leo lo que a priori me interesa, así que las actualizaciones no van a ser, me temo, diarias... Pero ya veremos.) Les espero a todos por allí... (Y no, no cambio lo uno por lo otro: yo de aquí no me muevo. Es, por así decir, otro tentáculo...)

Les dejo ahora. Luego, si eso...