viernes, 12 de diciembre de 2008

bombas y hambre


De Carlos Giménez y su 36-39. Malos tiempos he hablado ya y he dicho, más o menos, lo que quería decir. (Aquí y acá, por si tienen curiosidad.) La lectura de la tercera entrega no ha hecho que cambie de opinión, pero sí me permite matizar alguna cosa: me gusta de manera especial la atención que el autor presta a la letra pequeña, cómo atiende a la miseria cotidiana. Quizá es lo más destacable, creo yo: la anécdota del día a día, el retrato emocionante que se hace de la costumbre del hambre. Porque hambre hay mucha en estas páginas, en estos cuentos terribles. Miedo, rabia, cansancio, pero sobre todo hambre.

Este tercer libro incluye un texto de Giménez en el que, además del puñado de agradecimientos de rigor, deja por escrito y bien clara, negro sobre blanco, su intención de ser objetivo, sí, pero no imparcial; nunca imparcial. Una declaración de principios, por cierto, que abarca toda su carrera profesional.

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