Eso que podríamos llamar "lo testimonial" me ha provocado siempre una cierta prevención, pero los trabajos recientes de Nacho Casanova me dejaron buen sabor de boca, así que me animé con El coche de Intisar. Y bien, muy bien. El libro se lee con creciente curiosidad, tiene un tono ligero y luminoso muy refrescante y, sin embargo, deja poso. El argumento ya lo conocerán: el relato en primera persona de la peripecia cotidiana de una joven yemení en una sociedad que se nos antoja, como lectores, muy lejana, casi alienígena. Pedro Riera, que vivió allí durante un año con su mujer, ha construido un guión que se aleja de tópicos y da voz a personajes sólidos y creíbles. No hay sermoneos, no hay prejuicios, no se da nada por sabido, no se cede a la fácil superioridad moral occidental. Lo importante en este libro es cómo muestra los entresijos de una sociedad en la que religión y tradición llegan a confundirse a veces, y cómo lo hace a través de la voz de sus mujeres, su voz y su risa.
Muy diferente es el libro de Miguel B. Núñez, King Egg, que ha publicado con artesanal exquisitez Una china en mi zapato. Diferente por todo y diferente de casi todo, también. Se trata de una sucesión de historietas autoconclusivas en las que el personaje que de título al libro, un minúsculo homúnculo nacido del huevo de una gallina, descubre un mundo transitado por monstruos tiernos y seres mitológicos, descubre el deseo y el amor, descubre el miedo y la muerte. Descubre la vida, en fin. Una maravilla sin palabras y llena de sorpresas, más cerca de la mecánica de los sueños que de la fábula.
No hay comentarios:
Publicar un comentario