Mucha gente en la calle. Mucha. Y mucho calor.
Imposible llegar a Sol. Más de una hora de Neptuno a Cibeles, y eso que nos movimos por los márgenes: la calzada era una multitud compacta e inmóvil. Un mar de banderas rojinegras y tricolores, de siglas, de pancartas artesanales.
(Sí, bueno... Con mi estatura, no esperarían cenitales, supongo...)
De vuelta hacia Atocha, el Congreso está blindado. Más tarde, ya de noche, aquí habría sus más y sus menos...
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