jueves, 4 de agosto de 2005

desde lejos


En algún momento me llegó el rumor, de segunda mano, de que lo que contaba Delisle en Pyongyang era pura ficción, un poco en la línea del Seth de La vida es buena... Entonces no había leído la obra. (Ni siquiera había salido la edición española.) Pensé que el libro se centraba sobre todo en su trabajo de supervisión de animación en Corea, en la faceta profesional... y no me extrañó el rumor; sonaba razonable.

Después de haberlo leído ya no. Veo que el bulo tiene que ver, en todo caso, con esas afirmaciones psicotrónicas de los que vuelven de Cuba hablando maravillas del régimen y alabando que hasta los taxistas tienen dos carreras universitarias, como poco.

Pyongyang cuenta, en primera persona, la experiencia del autor durante los pocos meses que pasó en Corea del Norte. Y lo hace desde una distancia irónica y desapasionada; en ningún momento abandona un tono de sorpresa que atrapa al lector y lo lleva de la mano durante 176 páginas. Es un trabajo notable, eficaz. Minucioso en su capacidad de observación, generoso en su retrato de los personajes, divertido. Y personal. Eso es lo importante: consigue ser personal, sonar personal, parecer personal. (Incluso si fuera ficción, y estoy seguro de que no lo es, resultaría... personal.)

Una lectura estimulante, editada con corrección por Astiberri. El autor, Guy Delisle, canadiense de nacimiento, tiene varios títulos en L'Association y La Pastèque, perfectamente heterogéneos, y ha entregado tres regocijantes álbumes de Inspecteur Moroni en Poisson Pilote, que les aconsejo con fervor.


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Por lo demás, si me permiten, contarles que el día ha sido irregular, quizá demasiado largo; y muy cansado. Demasiado cansado.

(Ah... y caluroso: mucho.)


Me he visto, hace un rato, los dos capítulos de El ala oeste que emitieron lunes y martes, y me confirmo en lo que ya sabía y no me canso de decirles: de lo mejor que puede verse ahora en televisión.


Y ahora, en unos minutos, conectaré el vídeo para grabar la entrega de esta noche. Les tengo que dejar, ustedes sabrán hacerse cargo...