domingo, 28 de agosto de 2005

dimanche, ah...

Solecito. (Cuidado: abrasa.)

Lectura de periódico rápida: una entrevista que Espada le hace a un biólogo de Ciencia-Ficción, y que la hace, parece, con una ceja permanentemente enarcada; de puro asombro, educado y, no sé, quizá un poco escéptico... Poco más.


Hablando del género, ayer regresé a Dan Simmons: El ascenso de Endymion. Es lectura veloz y exuberante, de las que se beben: ¡aventuras espaciales! Space Opera, lo llaman; hay gente nueva, ingleses sobre todo, haciendo cosas sorprendentes con unos mimbres que olían, hace tiempo, a rancio... (El Adam Strange de Ferry va por ahí, pero con componente superheróico. Más soso, más convencional, pero bonito, muy bonito: guiones solventes de Diggle y un trabajo de color curioso de Dave McCaig. Nuestro Ferry, excelente. Casi se diría que ha nacido para estas cosas...)


No he comprobado aún si anoche se grabó en condiciones (entera) la película de Rohmer: Pauline en la playa. (Pienso en unas vacaciones, inminentes ya, con el francés y unos cuantos maestros japoneses como dieta audiovisual... No sería mala cosa, ¿verdad? Pero también están todas esas series que se van acumulando... No sé, ¿para qué necesito la televisión? Con la de cosas enlatadas que hay a mi alcance...)


Ah, pero además, hoy salgo a comer fuera. Apetece. (No teman: procuraré ir por la acera de sombra...)


(La banda sonora del fin de semana: Dear catastrophe waitress, de Belle & Sebastian.)