sábado, 1 de octubre de 2005
Irina
Detrás de las cortinas, la noche parece diluirse en rojo. Huele a cigarrillos mal apagados, a licor, a piel húmeda.
Nadie contesta. Seis, siete tonos... Nadie.
El sabor metálico en el fondo de la garganta; la salvaje convicción de las sombras. Ese tacto sedoso...
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