jueves, 27 de octubre de 2005

noche

A alguien se le ha olvidado encender la luz de fuera hoy, o quizá está fundida. El caso es que por la ventana no se ve apenas. La cocina está a oscuras. Si me acerco a la ventana, si me asomo (hace fresco ya), se ve la luz anaranjada de las farolas en la calle.

Hablan de libros en la televisión: Rioyo y sus gentes, Lolita, James Dean, Gibson y de nuevo su guerra civil (cada vez más suya que nuestra; desde luego, no mía, aunque tantos se empeñen ahora desde diarios y radios, desde púlpitos y sedes políticas). A la espera de más trocitos de La Edad de Oro.

Y el libro del que les contaba hace pocos días es, definitivamente, infantil. Lo mejor, hasta ahora, Kelly Link, de la que ya he leído algún relato por ahí y que tiene un par de antologías editadas fuera con las que tengo intención de hacerme uno de estos días... o uno de estos años, ya veremos... (Y aclaro: que sea infantil, el libro, no es malo; es, de hecho, incluso agradable.)

Y hoy he llegado a casa cansado. Una de esas tardes...

Ya les cuento luego, mañana... otro día...