Ya nadie podrá aducir, para justificar su desconocimiento de la obra del francés, los precios exagerados de Norma, en particular, o del álbum europeo, en general. Por siete euros (7 €uros, sí...), puede uno llevarse a casa 74 páginas, sólidas, del mejor Tardi. En una edición, además, razonablemente digna, con un papel digno y una traducción que parece (aún no lo he podido leer, pero sí hojear despacito) digna, con una reproducción más que digna. Pero pequeña. Tan pequeña que se desvirtúa del todo el trabajo del dibujante.
Inconvenientes de la edición de Norma de Balada de la Costa Oeste.
Siete euros, sí. Pero el tamaño... Falta espacio. Falta aire. Da la sensación de mirar por una ventana chiquitita. Uno lee como encogido, casi en una posición forzada... conteniendo la respiración. No le hace justicia al trabajo de Tardi, que adapta aquí al escritor Manchette, una de las cumbres del polar más negro. Traición a la obra, al autor.
¿Resultados?
Todo lo perdonaríamos si la edición económica de verdad sirviera para que lectores no habituales, todos los que no comprarían nunca un álbum de Norma por su precio, o por lo poco manejable del formato, o vaya usted a saber; si a un puñado de esos lectores, en fin, les diera por probar, y lo compraran, y lo leyeran. Y quizá algunos, unos cuantos (no importa cuántos, en realidad), acabaran enamorados del trabajo de Tardi, de sus texturas sucias y minuciosas, de su luz agria, de sus personajes ásperos y tiernos a un tiempo.
Quién sabe... podríamos estar ante un fenómeno similar al del abandono paulatino de las salas de cine. La gente (yo mismo) no va ya, prefiere ver las películas en casa. Su DVD, la comodidad del electrodoméstico. Un ocio de bolsillo, casero, personalizado.
En cualquier caso... el último Tardi está ya en las tiendas, y es tan vital, tan radical, tan emocionante como sólo Tardi sabe ser.