Me llevé el Dublinés de Zapico para leer en el tren, y bien.
Me despedí de C, que ya no viene más los martes.
Agregué en el facebook a A, que nació en el mismo pueblo en el que nació Tiziano.
Recibí una bronca monumental de un viejo amigo enfadado y esas cosas pasan, en fin.
Saludé a R, que hace tiempo que no coincidíamos, y muy bien.
Tomé café corriendo antes de una reunión relámpago e inútil.
Y etcétera.
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