lunes, 11 de julio de 2005

más lecturas

Al final, las vacaciones se me van delante de la pantalla (de más de una: está la televisión, y esas series que emiten o que recupero en DVD), delante de un libro (o de más), delante de algún tebeo.

No es mala manera de pasar el tiempo...


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Hace unas semanas que se publicó ya, y lo he leído varias veces. No es un libro fácil, ni es fácil hablar de él: conozco a sus autores; ella es, de hecho, una buena amiga. No hablo en frío, no lo hago con objetividad. (Pero nunca lo hago, desde luego; no en este espacio, que es mío y me sirve para contarles en voz alta lo que me pasa por la cabeza, lo que me gusta o lo que detesto, mis manías, mis obsesiones, mis amores, mis flaquezas. No, no lo hago aquí.)


Aún en el humo es un hermoso ejercicio de ausencias y tristezas. Adapta tres relatos de Karim Taylhardat, bellísimos y desoladores. Los pone en imágenes Francisco Marchante, más despojado y tierno que nunca. Es responsable de la alquimia Jesús Cuadrado, y edita, con rigor y elegancia, Paco Camarasa: De Ponent.

Sus páginas no ofrecen concesiones, se presentan al lector en toda su terrible desnudez. Y las historias, los personajes, se desarrollan con delicadeza, de manera casi impresionista. Uno se queda enredado en la mirada de Carol, y asiste con melancolía infinita al drama de Aina y Mark. Uno se deja arrastrar al extraño viaje inmóvil de Hécuba, ida y vuelta a la muerte, al olvido, a la amargura, y regresa con ella al cuarto de estar cálido.

Aún en el humo es un puñado de breves miradas a otras vidas, soñadas o inventadas, no importa: en ellas hay el sabor de lo real, y el aroma de lo fantástico, de lo que no puede ocurrir más que con los ojos cerrados y en jardines sin domesticar. Tres historias, un libro: de los que vienen a demostrar que se pueden decir muchas cosas, y de muchas maneras, con palabras y con imágenes; y con silencios.


Qué voy a contarles: hagan por leerlo.