viernes, 9 de junio de 2006

tormentas

Qué cosas. Pensaba esta mañana que el techo gris de Madriz no iba a servir más que para aumentar la sensación de bochorno, pero ha sido llegar a Atocha y descubrir que el viento azotaba los árboles, y que se podía respirar.

Y al poco, después de tomar el café de media tarde (que en mi caso es una botellita de agua fresca, pero ustedes me entienden), el cigarrito hemos tenido que fumarlo (no, no fumo casi nunca: ustedes me entienden, ya digo) a resguardo, mientras veíamos los relámpagos y escuchábamos los truenos y el rumor de la lluvia.

Y al salir del trabajo ha hecho falta acurrucarse bajo un paraguas (en muy buena compañía).

Y ahora, hace un ratito, justo antes de conectar el ordenador, he mirado por la ventana y llovía como si no fuera a amanecer nunca.

Y qué bien huele la noche húmeda...

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