Hay un juez en Murcia aficionado, al parecer, a la filología, que permanece inexplicablemente en su puesto y que debería, creo yo, estar en la cola del paro desde ya, desde hoy mismo, uno de esos jueces que dice las cosas más absurdas con la convicción del que se cree en posesión de una verdad superior, y que al hacerlo no solamente se pone en el mayor de los ridículos como juez y persona, sino que hace el mayor de los daños.
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