De este librito editado con pulcritud por Gallo Nero me ha gustado mucho la descripción que el poeta futurista hace de una Nueva York tan de ciencia ficción retro que casi puede calificarse de proto-steampunk. La retórica revolucionaria es un aliño que no molesta, y el entusiasmo maquinista con que viajamos en los ferrocarriles elevados entre rascacielos inabarcables resulta enternecedor y estimulante. Hay ráfagas de texto, visiones frenéticas, que parecen arrancadas de una canción de los Aviador Dro de Alas sobre el mundo.
Una belleza.
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