Me vuelvo a casa con un puñado de tebeos en la bolsa y después de una semana corta, sí... pero intensa. Mucho.
Tecleo con la ventana abierta, escuchando a unos chavales que juegan al fútbol aquí abajo, y el barullo de los que charlan en la puerta de un bar ahí, a tiro de piedra. En la tele del salón suena Nikita. En la cocina, sobre la mesa, hay un poco de empanada e ingredientes para una ensalada. Miro a la calle, apuro la lata de cerveza (bien fría). El fin de semana será tranquilo y casero, o eso espero. Hay mucho que leer. Y hay dos o tres cosas que me rondan la cabeza...
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