Por ahora, y a la espera de la iluminación, alterno algunas cosas. Por un lado, los cuentos de Murakami Haruki, que me gustan mucho: son pequeñas piezas de un mundo extraño, hipnótico, de atmósfera irreal; pequeñas piezas en las que lo que importa es el detalle, el matiz, el gesto de cada personaje. Por otro lado, una antología de relatos de Akutagawa Ryunosuke, también en inglés. Es un clásico japonés, un tipo que se suicidó en 1927, con 35 años, y que se ha convertido en escritor de culto y respetado, de los que se estudian en el bachillerato por allá; un señor que inventó cosas, que escribió para niños y para adultos, que jugó con los géneros y las estructuras.
Tengo por ahí, también, un par de antologías de Kelly Link, y la última novela de Millás, y hasta una biografía reciente de Robert E. Howard.
Y tengo... tengo frío, caramba.
Vaya diíta, ¿verdad? En fin... A ver cómo se da hoy la cosa...
(Por cierto, que también voy leyendo otras cosas... Pinchen aquí, y el Cosmonauta les contará algo más...)
3 comentarios:
El enlace de Murakami no habla del libro de cuentos de la imagen, sino de su última novela publicada en castellano, que por cierto es magnífica...
HEY! Estoy todavía en el trabajo, aún no me he ido. Así que te doy las gracias por tu visita a mi morada y me despido hasta el domingo, no sin antes decirte que la foto nueva está mu chula... (yo también he cambiado la mía)
Así que el vino es un buen invento...
Vaya y yo ya no puedo probarlo.
Es una pena.
Anda, del tal Ryonosuke Akutagawa (o Akutagawa Ryonosuke, que aquí siempre nos hemos hecho la picha un lío con los japos, sus nombres y sus apellidos, y ya no sabe uno muy bien cómo queda la cosa) leí un relato, hace años, en una de esas exquisitas antologías de relatos policiales que se marcaron dos amantes irredentos del género como eran Jorge Luis Borges y su compadre Adolfo Bioy Casares.
Después, y hasta ahora, nada más supe del hombre.
Un saludo.
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