He estado leyendo un poco, que llevo retraso. He leído, por ejemplo, el último libro de Keko, La casa del muerto, un trabajo demoledor que confirma a su autor como uno de nuestros más grandes y personales autores. He leído el último Alack Sinner: El caso USA. Un guión que abusa de lo confuso para jugar con las conspiranoias, que actualiza a los protagonistas y que sirve de apoyo a un Muñoz brutal, dueño de un universo expresivo radical y vigoroso, deslumbrante. He leído, también, la última entrega del Acme Novelty Library de Chris Ware, tan hipnótica como siempre.
Y he estado mirando un poco mis libros de Calvin & Hobbes, que es una cosa muy navideña. No deja de sorprenderme lo bueno que Waterson era ya desde la primera tira diaria. Uno no puede evitar comparar, teniendo aún a Ware en las retinas... y me quedo con el tigre y el niño de calle. Sin dudarlo un momento. No sé, quizá es que se me pasó la edad de lo críptico. Ya leí, cuando tocaba, a Julián Ríos y su Larva, y el Nova Express, incluso a Mariano Antolín Rato, cuando quería ser Burroughs en lugar de Burroughs... Entiendo y aprecio la necesidad de las rupturas, la belleza de los experimentos; guardo como oro en paño las cositas de Tzara y de los surrealistas, y adoro a los futuristas. Pero creo que hay más Historieta, más sabiduría y eficacia narrativas y más fondo de armario en una dominical cualquiera de Calvin & Hobbes, en una de sus tiras diarias, que en las páginas más afortunadas del mejor Chris Ware. Ya sé que igual no es prudente afirmar estas cosas, pero así soy yo: un poco insensato, en navidad...
Buenos días.
9 comentarios:
De acuerdo con su reflexión Don F.
A mi me pasa igual con, por poner un ejemplo, David Lynch y John Ford.
Visito y revisito al segundo.
y,ums, ...digamos que, ums, me "parece viejo y obsoleto" el primero.
Ejem'los así, cabrían unos cuantos.
Será, Don F., que quienes envejecemos ...
¿seamos nosotros?
entiendo la reflexión y la asocio al momento, a la lectura de polos tan opuestos (no tanto, si hurgamos, pues ambos parten de un clasicismo que hoy parece olvidado, d bArnaby a herriman, de Schultz a Bringing Up Fether) en un mismo momento.
Yo, qué puedo decir...
me quedo con los dos espectáculos, pues sería como renunciar a un concierto en benefico de un arroz con leche. Prefiero hartarme a arroz con leche y luego asistir auna filarmónica entera :))
Ah, luisdeluis, cuidado, al pasar no pise el santuario que tengo montado a Lynch, por favor ;)
mmmm
y felices fiestas, si no lo dije por aquí :)
Polos opuestos, amigo Punch. Sin duda.
Pero... en el caso de Ware, en concreto, he dicho más de una vez que no consigue emocionarme. Es algo que no sé cómo interpretar, pero en su obra puedo ver una veta de empatía que pasa de largo... Es frío, de manera premeditada, y aunque sus argumentos utilizan elementos emocionales no consigo que me lleguen.
Como Waterson, viene de Herriman y Schulz y King, sí. Pero el de Calvin y Hobbes va más allá del artefacto, más allá de la forma, y procura hincarle el diente al fondo. (O, al menos, procura emocionar.) Ware, en cambio, parece ocupado construyendo sus puzzles magistrales, esculpiendo en hielo sus elaboradas anécdotas.
No sé... También me quedo con ambos, claro. No se puede negar la importancia de Ware, su afán de explotar hasta los límites más extremos el lenguaje. Pero... con Waterson no me aburro: río, lloro, me siento mejor.
Ah, don L... A lo mejor es que determinadas propuestas envejecen más deprisa que ciertos clasicismos.
O a lo mejor es que determinadas maneras de contar son eternas, y por lo tanto siempre nuevas, siempre jóvenes.
(Sin desmerecer al amigo Lynch, a quien también guardo una reverencia no exenta de ironía... Me gusta su cine y me encanta Twin Peaks. Pero, claro... Centauros del desierto, Las uvas de la ira... Son ligas diferentes. Incluso deportes distintos, si nos ponemos...)
Vaya
Parece que no soy el único hereje al que Ware deja más frío que un témpano. Bonito, pues sí, pues vale, pues mucho. Y un gran diseñador de libros, pero yo no entro en su universo. Me traen al pairo los niños ostra y demás... igual es que no sé apreciarlo (para que vea, Don Francisco, que no sólo aparezco cuando se menta el Ala Oeste ;)
Hombre... Niño Ostra, el de Burton. Ese sí me gusta.
Mi problema con Ware es... es que casi parece que quiera reescribir Peanuts, pero sin sentido del humor. Sin una sombra de sentido del humor.
Pero vamos... un excelente historietista, insisto. Y seguiré leyendo sus Acme con interés, porque resultan siempre (lo he dicho, creo) hipnóticos y hay siempre un relámpago creativo en cada entrega.
Por cierto, Diego... que aquí puede usted hablar de El ala oeste las veces que quiera, que no me canso. ;)
Por cierto... esta quinta temporada es más oscura, ¿verdad? Y no hablo sólo de luz, que también... ¿No hay un tono más... urgente? ¿Más peligroso, también?
Don F.
Pues tiene usted razón. Con lo del Niño Ostra, digo. A mí también me gusta. El que no es... ¿El niño más triste del mundo? Bah, da igual, me refería a uno de los tebeos de Ware, no a Burton. El uno me aburre, el otro, en cambio, me parece un auténtico orfebre de la imaginación.
Y sí, la quinta temporada es más oscura. Crea cicatrices. Cambia un poco a los personajes. Los deja marcados y ya nada vuelve a ser igual. Y luego llega sangre nueva. Nueva energía, pero ya no es la misma. La sexta y la séptima temporadas (sobre todo esta última) son muy... crepusculares. Muy... épicas, aunque se me queda cojo el término. Ya me contará, pero para mí queda resumido en la última intervención, la última conversación que oímos al mejor presidente que puedan tener cualquier país del mundo...
Una duda ¿vuelve Rob Lowe a la serie?
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