
Ha sido un día extraño. De mañana, la exposición de Klimt en la Juan March: tremenda. Por la tarde, en el trabajo, una tarde desigual, con tristezas y con desconciertos, alguna despedida y un horario dislocado. Después, una buena noticia.
Un día extraño, sí. Y largo.
El fin de semana estará lleno de lecturas y, sobre todo, de escrituras, que tengo aún alguna obligación por delante. Ya luego vendrán las devociones...
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