Y he leído más, no crean. He leído Evelyn, por ejemplo, el último trabajo de Andrés G. Leiva (ganador del primer Premio de Cómic Sinsentido-Diputación de Cuenca). Un libro de estética expresionista y atmósfera gótica que narra una historia más o menos vampírica, y lo hace con limpieza y a lo mejor con un exceso de economía: este tipo de cuentos necesitan, a mi juicio, mayor exposición, más minuciosidad en la descripción de personajes y ambientes, más morosidad en la narración. Hay que empapar al lector del olor del cementerio, hay que meterle el frío de la noche en los huesos. Y Leiva, que en su Juana de Arco estuvo grande, aquí se queda un poco a medio camino, sin acabar de resolver la jugada como él mismo la esboza en las primeras páginas. Demasiado sintético. Lo que no quita para que la lectura sea satisfactoria en gran medida, más allá de esa precipitación: y lo es, en particular, gracias al grafismo, que sí está a la altura de lo que el relato pide.
Y he leído también Las calles de arena, el retorno de Paco Roca a las mesas de novedades después del huracá Arrugas. Lo he leído con gusto, pese a una edición por parte de Astiberri que deja mucho que desear (muy oscuro todo, confuso, hay incluso planchas sucias...). No esperen otra incursión en la historia de interés humano, en este caso estamos en el terreno de la fantasía literaria, un terreno difícil en el que Roca se mueve con seguridad.
De Paco Roca hay que decir que es un profesional entregado. Su trabajo es impecable, pulcro y honesto. Enredarse en un libro como Las calles de arena supone una apuesta arriesgada por varios motivos, y el primero es la sombra de su anterior título, claro, pero no es menor el riesgo de enfrentar un guión que en abstracto suena muy bien, pero que puede acabar siendo una pesadilla a la hora de traducirlo a la página dibujada. No pienso desvelar nada de un argumento que parte de conceptos borgianos y kafkianos al tiempo y acaba con una celebración lírica que me trajo a la memoria a Boris Vian (un final magnífico, por cierto), pero sí voy a decirles que se lee con fluidez y deja con ganas de más, que es lo que tiene que ocurrir con estas historias siempre. Y el mérito es todo de Roca, que hace un trabajo de artesano al servicio de la obra, que huye de soluciones espectaculares y va al grano, a lo esencial, a lo que importa: personajes y peripecia, narración. Como tiene que ser.
3 comentarios:
El de Leiva ya está en casa esperando ser leído. Lo haré en breve.
El que sí leí anoche fue el de Paco Roca, y la verdad, no me terminó de gustar. Creo que está dibujado fenomenal, que el color es estupendo, que hay guiños simpáticos en la historia, y cosas bien contadas, pero el desenlace me parece precipitado y el final simpático a la par que tonto.
Sobre la edición de Astiberri, sólo tengo que añadir que tuve que buscar entre cerca de una veintena que ejemplares hasta que logré encontrar uno que apenas tuviese tara.
Un saludo
Pues ya podrían tener un detalle y enviar un ejemplar a los miembros del jurado del premio de Cuenca...
¡QUÉ SUERTE TIENES... leer tanto y tan bueno! y los demás de que lo compartas, estoy descubriendo muchas "joyas" gracias a tu blog...
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