De vuelta del trabajo: cambio inesperado de turno, cambio de rutina, cambio de ritmo. La mañana ha pasado en un trance de rostros borrosos que iban y venían y a ver si llegan las dos y media.
Por lo demás, mientras el solecito se cuela por la ventana y justo después de una comida improvisada de campaña, les cuento que es sábado, ya saben: y Muñoz Molina habla de Rothko y de Hopper y de liturgias íntimas, Guelbenzu habla bien de un libro de Eudora Welty (otro nombre a apuntar) y Max, claro... siempre Max.
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