Algunos días en barbecho: cosa de la falta de tiempo. Y que el viernes noche, Blogger se me comió un post (breve, sí...). Así, como si nada...
Espeso de mente hoy, después de la recepción nocturna de ayer en Oliver Manor. El anfitrión (autor del libro Richard Corben. Un rebelde tranquilo, en Sinpalabras: no se lo pierdan), por razones incomprensibles para mí, celebraba su cumpleaños... Mucha y buena música (con algún desliz pachanguero inevitable, claro), mucha gente... Y una bonita noche.
Y esta noche se repartirán los Oscar, esos premios que no está del todo bien visto desear, pero que todo el mundo quiere en el curriculum. Si hay justicia, Eastwood se llevará unos cuantos.
Y en un ratito salgo, que tengo comida en casa de mamá... La mañana se ha ido embozando de gris, y me da la impresión de que ahora hace más frío que antes, cuando he salido a por el periódico. (Lo cierto es que, en días como hoy, cuando el cuerpo aún se resiente de la noche en danza y uno siente la lengua un poco gorda, y la cabeza un poco pesada, lo que más apetece es instalarse en el sillón, con una mantita a cuadros, bien provisto de lectura ligerita y con alguna película en el DVD. Lamentablemente, mi lectura obligada de fin de semana es el Convenio Colectivo. En cuanto a películas... no faltan, pero habrá que aguardar a la noche. ¿El gigante de hierro, tal vez? Me apetece...)