«Ha pasado ya un tiempo de todas estas veleidades cotidianas, de mis catástrofes y mis cosas aquí compiladas sin arco narrativo consciente. Hace ya mucho y esto ya no es un post. Nunca antes había leído del tirón la cantidad de sandeces que llegué a escribir ahí. Ahora lo he hecho y me gustaría ser otro cuando intento asimilarme, cuando veo cómo la indignación me cebaba las letras, cuando recuerdo lo de Manta Ray de "qué niño soy, qué sucio estoy", cuando me veo el puer aeternus y cuando compruebo que en papel la lectura se ralentiza y las costuras quedan más a la vista. También he leído la contraportada y me ha parecido de cachondeo, pero está todo bien, está todo en orden y me puede la vanidad, claro, y no me permito pensarlo dos veces y a la primera tentativa doy a imprenta todo este diario de la nada, aunque hasta a mí me crispo.»
El diez de diciembre se pondrá a la venta Imbécil y desnudo, que compila los textos que Rubén Lardín fue desgranando en su dietario digital del mismo título, una blog que, mientras duró, constituyó lectura necesaria y obligada. Como todo lo que firma este hombre. Su despojamiento, su lucidez, son a un tiempo luminosos y desoladores; y estimulantes como una descarga eléctrica.
No se olviden: en cosa de tres semanas. Si no se hacen con el libro, si no lo leen... antes o después se arrepentirán. Es un hecho.
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