jueves, 7 de septiembre de 2006

dudas catódicas

Anoche estuve mirando la ceremonia de entrega de los Emmy, que alguien con paciencia repicó para que pudiera verla. Y, dejando aparte la manifiesta torpeza de quien se encargó de la traducción simultánea (torpeza traductora y falta de información: en muchas ocasiones se atascaron, él y ella, porque no sabían de qué se estaba hablando), me surgieron un par de preguntas. Primero, ¿a la gente que se encarga en nuestro país de ceremonias del mismo tipo, como la entrega de los Goya o de los premios de teatro, no se le cae la cara de puritita vergüenza torera? Porque allá las cosas son ágiles y frescas, todo el mundo se atiene al tiempo establecido, se suceden las actuaciones y las entradas de los diferentes presentadores sin tiempos muertos, con fluidez... Y ya de guión, ni hablamos... Y, en segundo lugar, y centrándome ya en la ceremonia en sí misma y el desastre de la traducción... ¿por qué ese empeño en emitirla en directo, en horarios impracticables? ¿No sería más sensato hacerlo al día siguiente, en diferido y a unas horas de audiencia razonable? Daría tiempo a que un equipo de asesores ayudara con la traducción y se haría, o podría hacerse, algo digno.

No sé, en fin... Son cosas que me pasan por la cabeza, a veces...

3 comentarios:

Mar dijo...

Hummm... se perdería el regustillo ese de verlo en riguroso directo, esto es como los partidos de baloncesto o de fútbol a altas horas, aunque, claro... tampoco es que a estos les traduzcan jejejej

Anónimo dijo...

No es eso, Thala.

Bastaría con que el que traduce en simultáneo sepa de lo que se habla; y que conozca los dos idiomas.

Ejemplo: todos los del terruño de la Historieta hemos visto cómo trabaja un tal Diego García Cruz; que colaboró (impecable) en dos Oscar.

Se puede hacer.
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Mar dijo...

¡que lo hagan!