Uno ha escuchado música toda la mañana, mientras leía las cosas de los vecinos (por ejemplo, y entre otras perlas, una entrevista con Moore, apasionante siempre) . Y, antes, uno se ha acercado al mercado y ha comprado tomates y lomo y cerveza y alguna otra vianda de primera necesidad. Y, justo antes, ha leído el periódico: la euforia (que a mí me deja frío, al margen y como despistado) baloncestista, las llamas nocturnas, los soldados. Y he comprado el pan, crujiente y aún caliente.
Y ahora, mientras me planteo qué hacer de comida, mientras el viento frío precipita puñales de hielo contra la ventana (vaya veranito, ¿verdad?), mientras suena algo lento más propio de noches de vino tinto y humo espeso, aguardo a que el cartero deje alguna joya en el buzón, mensajes de tierras lejanas, imágenes de otros cielos.
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