miércoles, 2 de marzo de 2005

sin nada que contar

En efecto.

Claro que, ¿cuándo me ha detenido semejante minucia?


En la cocina cuece, despacito, algo. A ver si no he calculado mal el tiempo y no se me queda a medias, que queda poco para tener que irme.

En la calle, un puñado de nubes parcela el cielo, lo disfraza de película del oeste. Hace menos fresco que ayer. Se puede estar parado esperando el bus sin que tengan luego que llamar al samur para reanimación.

(Por cierto, que Urgencias vuelve, hoy, a emitirse a eso de las 22´00. Un episodio. Mejor...)


Rodeado de papelotes. Haciendo cuentas: que no me sale, por muchas vueltas que le doy a las tablas... Ni idea de cuánto voy a ganar con la nueva cosa: a mí, las cifras que me dan no me aparecen por ningún lado...

(Y yo, señores, llegué a hacer la declaración de la Renta sin calculadora, en algún momento... Así que, algo no va como me han dicho... Arf...)



Murakami bien, gracias. De este mes no pasa que acabe de leer la novela. (Ya voy como por la mitad... Pero sean clementes: son quinientas páginas, está en inglés... y sólo tengo tiempo de leer en el Metro...)


Guardo direcciones para curiosear más adelante, no sé si un fin de semana... La última, sobre cine de género. (Muy de género.)




Y el sol no se decide a asomar. Voy a la cocina, no sea que...