Lo he dicho más de una vez: Marías tiene a veces cosas de señorito a la antigua usanza, o eso me parece a mí. De Javier Marías hablo, sí. Ese al que tanto molesta que, cuando escribe de algo en un medio, cuando por tanto hace pública su opinión, haya gente que no opine como él y, en el colmo de la incivilidad, se dediquen a hacérselo saber por escrito.
Desde Guerra eterna se hacen eco del artículo de hoy, en el que viene a despacharse con la gente que tiene blog, con la gente que deja sus comentarios en los blogs, con la gente que participa en los foros de la internet; dejando claro, eso sí, que lo hace después de haber echado un ojo por encima una única vez, o casi. No hace muchos domingos hizo lo mismo (despacharse a conciencia) con respecto del correo electrónico, como a menudo se ha despachado con respecto a los teléfonos móviles.
Y todo, siempre, con un tono de abuelito Cebolleta que mira con desconfianza (y desprecio, ojo; muy mal disimulado desprecio) no ya lo nuevo, sino lo meramente contemporáneo: desde los procesadores de texto a la manera de vestir de las mujeres. (Bueno, más que como abuelo Cebolleta, más bien como Paco Martínez Soria en sus películas, como bien apunta el compañero de Guerra eterna.)
Yo no voy a decírselo a él, que sé que le molesta que le contesten y hasta ahí podíamos llegar... pero qué quieren, lo dejo dicho aquí: que a nosotros nos gusta hablar, charlar. Aunque sea de menudencias, aunque sea con gente a la que no conocemos en persona, aunque sea por encima del ruido que hacen no pocos (y muchos de esos no pocos, desde los medios tradicionales; pero muchos, ¿eh?). Que hay un dicho viejo, muy viejo: de antes de que naciera el señorito Marías; que dice que hablando se entiende la gente.
Pues eso.
11 comentarios:
Yo, a estas alturas de la vida, casi de lo que me arrepiento es del tiempo que he gastado leyendo al Sr. Marias y que podría haber aprovechado estando de charleta en un bar.
Sr. Naranjo, yo siempre he ido de anónimo por los blogs y nunca he faltado intencionadamente a nadie. Creo que Marías -que no me gusta como novelista aunque me parece un articulista excelente- habla sin conocimiento de causa y nada más.
Más me jodió cuando arremetió contra la portada de EL JUEVES ¿Será este el autor que Manel calificaba como "el que pone títulos feos a sus libros"?
NEGRA ESPALDA DEL TIEMPO es un título muy bueno, aunque los de la última novela son bastante flojos.
Saludos.
Negra espalda del tiempo es un muy bonito título, sí. (Y su mejor novela... o la que a mí más me gusta.)
Y no sabe de lo que habla, está claro. Lo que me molesta es la actitud, más que la ignorancia... pero vamos, que tampoco me quita el sueño ni un poquito.
Creo que a Marías el género del artículo, para su manera de escribir, se le queda corto... caso éste, entonces, en el que se puede optar por dos estrategias, por así decirlo, o bien intentar abarcar la totalidad de un asunto, banalizándolo, o bien, acotar un terreno muy limitado, muy parcial, de análisis, lo que lleva, necesariamente, a ser injusto si desde esa parcialidad se considera que se ha de extraer una 'ley general'.
Esa es la impresión que a mi me da, siempre que lo he leído -sólo lo conozco como articulista-.
Por otra parte, bueno, creo que una impostura se acepta por ser verosímil o por ser una fantasía inteligentemente desaforada al objeto de establecer una complicidad con el lector. Parece obvio, a tenor del tono del artículo, que lo de que internet lo conoce sólo de una tarde perdida en casa de un amiguete no corresponde a ninguno de los dos casos... :)
Por último, había un sitio donde se decían, en internet, las cosas más malvadas y a la vez las más brillantes (en los comentarios del extinto blog de Espada). Me parece que esa relación es digna de un análisis, de una verdadera reflexión, sin moralina, que fuese más allá de lo que va el artículo de Marías.
Pues me vais a permitir al digresión, pero creo que no le falta razón. El anonimato en internet ha favorecido una serie de comportamientos energúmenos (alias trolls) que contaminan toda discusión. Quizás aquí no sean muy problemáticos, pero os aseguro que en La Cárcel me han llevado alguna vez a plantearme la eliminación de los comentarios e incluso el cierre del blog...
Álvaro, por aquí se asomaba de tarde en tarde alguno, pero lo suyo era más bien personal contra mí y alguna de mi gente. En general es cierto que no tengo queja de quien entra a charlar; todo lo contrario. Me consta que en tu caso la cosa es más peliaguda... y es cierto que haberlos los hay, y muchos. Y que son un problema para eso: para el diálogo.
Pero el análisis (si así lo podemos llamar) que hace Marías no se centra en esos trolls, los menciona como un ejemplo más de los males de la internet, me parece. Y eso es lo que le reprocho: la generalización, la banalización, tomar la parte por el todo y pontificar a partir de ahí.
Creo que es parte, lo de los trolls. Pero, incluso sin ellos, hay algo en esa puerta siempre abierta de los comentarios que genera tensión. Más en tu caso, Álvaro, que recibes decenas al día. Que tiene que ser un estrés tantas voces, porque hay días en los que se tiene ganas de charleta pero otros no, hay temas que uno ni se ha planteado pero de repente se ve arrastrado sin quererlo... y eso, con sus bajadas y subidas de tensión, de facto sucediendo 24 sobre 24 horas, y de alguna manera, quieras que no, influyendo en lo que vas a decir en los posts...
Si bien escribir permite ser más exacto en lo que se quiere decir que en la charleta de bar, no creo que sea menos cierto que también, para el que postea y para el que comenta hay una tensión por resolver el asunto, por no enredarse, que lleva a decir las cosas, en muchos de los casos, de una manera en exceso tajante, borde o casi. Y que ello se debe a que, en el fondo, se comenta sobre todo, al menos en mi caso, escaqueándose uno de una tarea ingrata que no queda más remedio que hacer, lo que genera una cierta 'culpa', prisa, y hasta mala leche por no estar haciendo lo debido. Y ,por esa prisa, nunca se acierta a decir exactamente lo que se quería decir, pese a lo que digo de la ventaja sobre la charleta de bar, lo que le tensiona a uno, y más cuando otro responde y no le ha 'sobreentendido', o le ha malinterpretado, y ese otro con toda seguridad tampoco acierta a ser todo lo preciso y juicioso en lo que quería decir, porque tampoco quisiera enredarse, y luego uno tampoco lo lee con los sobreentendidos que él quisiera... total, que me temo que el formato lleva con bastante facilidad a la confusión por su, valga la redundancia, propia facilidad.
Yo me intento quitar de los comentarios, pero hay dias, como hoy, en los que debería estar currando pero aun no estoy lo bastante centrado en los que... pues ésto. :)
Hombre, es cierto que al escribir se pierden los matices que en una conversación real proporciona la entonación, el gesto... todo eso es lo que permite el sobreentendido, la ironía... y eso se pierde. Por eso suena más tajante, a lo mejor, lo que uno pueda teclear sobre la marcha... y de ahí muchos malentendidos. Se ha dicho muchas veces, y es muy habitual en los foros o en esos hilos de cienes de comentarios que a veces generan los posteos de Álvaro (o de Marín, otro al que de cuando en cuando lo brean a conciencia los trolls de guardia).
Pero, una vez asumido eso... me parece que generalizar y rechazar todo el fenómeno es ir un poco lejos. (Y, ya digo... que lo que me irrita es más bien el tono que lo que el hombre dice, que a ese respecto allá cada uno...)
Yo reivindico el comentario al blog como una forma de arte.
Y "negra espalda del tiempo" está sacado de Shakespeare, La Tempestad (Acto I, escena II).
Nosotros, los que pululamos por la red, con blogs, en comentarios, en páginas personales, con el correo electrónico, con lo que sea... tenemos la libertad de elegir, porque libros y blogs hay a millares, pero no lo leemos todo y si alguna vez cae en nuestras manos algo que no nos gusta, no podemos "echar pestes" de todos los demás. Algún libro "ilegible" de Marías me he leído (ya sabes que no es "santo de mi devoción") y, sin embargo, no he maldecido la literatura.
En fin... a mi me encanta perderme, entre otros, por tu bitácora :)
Yo, los libros ilegibles (de Marías o de otros) los dejo sin leer enseguida: que la vida es corta!
¡gracias, guapa! :-)
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