Da pasmo y da asco escucharle decir esos cuentos perversos de negociaciones y pactos y proyectos comunes, con ese tono de voz reposado y cansino y de inflexiones un poco histéricas. Pero da más asco y más pasmo comprobar las reacciones entre los suyos, el mirar para otro lado, incluso el colocar la pelota en el tejado del gobierno: que demuestren lo contrario.
(Aquí, un resumen de cómo ha ido creciendo el monstruo estos días pasados. Y coincido con el periodista: esto va para largo, coleará más y generará abundante bilis. Atentos.)
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