El domingo tuve un encuentro inesperado en el trabajo y me fui a la cama temprano, que arrastraba cansancio de la noche del viernes. El lunes empecé a leer el libro de Marín de vuelta a casa, después de charlar mucho y de todo toda la tarde (por ejemplo, pero también de las votaciones del Saló, que se me había olvidado y hasta ahora). Ayer me reí un rato y hubo noticias buenas para dos compañeros del curro, aunque el día pasó más despacio de lo que uno esperaría, y vi una entrega excelente de House, con secuestro a mano armada y guerra de ojeras.
Hoy es miércoles, está nublado y las cosas irán bien, o eso espero. En general, digo. (Además, siempre está Rodin de camino al trabajo, que no es poco.)
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