Cosas que anoche se me olvidó decir del libro de la Tusquets:
Que se habla mucho en él. O, más bien, que se habla de largas conversaciones, sobremesas interminables y larguísimas veladas de charla entre amigos. Y es anecdótico que entre esos amigos haya nombres muy conocidos, Carlos Barral o Beatriz de Moura o Cristina Peri Rossi o Quino o Umberto Eco o cien más; Cela y Delibes, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite...
Que se ríe mucho en él, también. Y se habla mucho de amistad y de sexo y de libros, claro, de escritores y editores. De celos, de perros, de amor y un poco, muy poco, de muerte; se habla de vida, sobre todo.
Y se vive mucho en él. Esther Tusquets ha vivido su vida con toda la piel, la ha vivido a bocados grandes, a tragos largos, disfrutando de todo lo que le ofreció. La ha vivido con ganas, y todo eso se percibe en el libro. Hay una cierta melancolía en sus páginas, además, una melancolía risueña y satisfecha, de media sonrisa, que evita la tristeza casi siempre.
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