lunes, 22 de noviembre de 2010
condones
Ramón Lobo reflexiona sobre las confusas palabras del Papa, y las más confusas matizaciones de sus lugartenientes, los que se encargan de explicarnos a los meros mortales lo que el Santo Padre ha querido decir... que ya manda cojones, si me permiten la expresión. Y la cosa sigue como estaba, poco más o menos, matiz arriba o abajo: un señor por encima del bien y del mal, en su tronera acristalada y blindada, que habla de cara a una galería imaginaria, pero cuyas palabras suponen miles, cientos de miles de muertos en África, en Asia, en tantos lugares donde la pobreza alimenta la desesperación.
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