miércoles, 10 de noviembre de 2010

dos libros, dos

Esperaba con ganas las nuevas novelas de Pérez Andújar y Monteagudo, así que en cuanto que pude me hice con ellas y les hinqué el diente, primero la de aquél y después, de un tirón, la de éste. En ambos casos, el resultado no está a la altura que marcaron en sus primeros trabajos, si bien las dos novelas son muy satisfactorias y, cada una en su registro, se disfrutan mucho.


Por partes. Primero, Todo lo que se llevó el diablo, que fue la que primero leí. Los primeros capítulos me sorprendieron porque no sabía bien a qué atenerme, eran ráfagas en las que se presentaban personajes y situaciones, se retrataba una época y se marcaba el tono narrativo. Luego ya sí, el hilo conductor emerge y las distintas voces, los distintos tiempos, van convergiendo, se cruzan, se encuentran y desencuentran, se precipitan sin remedio hacia un final acaso demasiado apresurado, o que llega demasiado pronto, no sé bien. Pérez Andújar escribe muy bien, hay en estas páginas hallazgos verbales chispeantes y con todo el sabor de la época, pero me parece que algo falla en la construcción de la novela, uno lee y tiene la certeza de que se han caído capítulos enteros del texto definitivo: falta algo, falta recorrido por parte de unos personajes que piden más tiempo con el lector, más escenas para contar quiénes son, cómo son, cómo se quieren, cómo viven. Por otra parte, el afán de construir una cierta épica sobre las Misiones Pedagógicas se salda en más de una ocasión con unos diálogos demasiado discursivos y, bueno, pedagógicos, por así decir... (aunque la épica queda ahí, eso sí, y eso está bien).

Y, sin embargo, se lee con placer, se paladea cada frase, se escapa la sonrisa cada poco y se reconocen paisajes, intereses, citas. Y es impagable la historia de ese dibujante exiliado que acabó codeándose en Bruselas con los grandes de la línea clara, como lo es la del personaje que trapichea con tebeos y acaba siendo depositario de unas cintas que desencadenan tantos recuerdos. Se lee con placer y queda uno con la sensación de que es (como lo es la anterior del autor) una de esas novelas que querrá recuperar en un tiempo.


En cuanto a Marcos Montes, la segunda novela que publica David Monteagudo, puedo decir que es inferior a Fin (también se escribió antes, conviene tenerlo en cuenta). Muy breve, de apenas un centenar de páginas, está narrada con pulso y convicción, con ese estilo minuciosamente fluido que parece característico del autor, y mantiene el interés y la intriga hasta un final demasiado previsible (hasta obvio, para los que crecimos con los cuentos del Tío Vampus). Se lee del tirón y con satisfacción, lo que no es poco, y deja buen sabor de boca.


Poco más les puedo contar. Me quedo en la espera de nuevas entregas de uno y otro.

2 comentarios:

Dr Zito dijo...

Como? Monteagudo? Pero si es una de las mas grandes mierdas que ha salido en el panorama editorial hispanico!

http://lector-malherido.blogspot.com/2010/03/fin-de-david-monteagudo.html

fcnaranjo dijo...

discrepo

a mí me gustó

no es lo mejor que se ha escrito nunca, vaya, pero me gustó bastante