viernes, 15 de julio de 2011

breviario con lecturas

Uno se va poniendo al día, que falta iba haciendo. Y va cambiando cosas de sitio: de las torres de no leído a las torres de ya leído, del montoncito de no visto al montoncito de ya visto.

Cosas.

Por ejemplo, estuve viendo ayer Enredados, la reciente versión de Disney de la historia de Rapunzel, y qué risa, oigan: y qué hallazgo de personaje el caballo Maximus.

Por ejemplo, he estado viendo esta tarde Solomon Kane, una cosa lluviosa y con ánimo ampuloso que me ha gustado más de lo que esperaba (pero es que no esperaba mucho). Eso sí, estoy seguro de que Howard, de poder verla, no entendería absolutamente nada.

Más cosas.

Por ejemplo, leí Los hombres lobo de Montpellier, del lacónico Jason (Astiberri). Me gustaron más algunos de sus anteriores títulos, pero en cualquier caso lo disfruté mucho. Y leí (hoy mismo) Chernóbil-La zona, de Francisco Sánchez y Natacha Bustos (Glénat), un trabajo sólido que quizá peca de un exceso de ortodoxia narrativa, pero que me ha sorprendido. Como me ha sorprendido, de otra forma, La marcha del cangrejo, de Arthur de Pins (Dibbuks), uno de esos libros en los que, a priori, no tenía ninguna confianza, pero que me ha divertido mucho: refrescante, ingenioso... Además, me ha dejado con ganas de leer la siguiente entrega: una agradable sorpresa, ya digo.


Y más cosas... pero no ahora. Ahora les dejo un ratito, que me voy a ir abriendo las ventanas.

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