Se terminó el lunes.
La mañana, inesperada: pensaba visitar a una amiga, pero se le inundó la cocina el domingo. Daños colaterales de una obra (fontanería, sí; entre otras cosas) que la han tenido empantanada todo el verano.
Me he quedado en casa a mirar llover y he escrito, aquí, algunas cosas...
Después, la comida y la charla, los próximos libros, Retorno a Brideshead (¡en DVD!), un par de copas... Lunes, en fin.
Mañana será un martes largo: clase de inglés, trabajo, reunión sindical... a saber a qué hora llego a cenar... y con qué cuerpo, claro.
(El amigo Ángel me ha pasado, por cierto, El buque fantasma, de Trapiello. No tardaré en hincarle el diente...)