domingo, 3 de octubre de 2004

domingo.

No hay nada peor que una tarde de domingo. Hay como una pereza amontonada en los rincones del cuerpo, un no querer hacer nada, ni un poquito. Cero. Ya habrá tiempo.

Y hay una sensación, y esto es lo peor, de estar perdiéndolo. (El tiempo.)

Y hay unas películas perfectamente horrorosas en la televisión.

Mientras tanto, mientras uno mira, aburrido, desde el sillón, duda si aumentar la intensidad del ventilador, se plantea la posibilidad de levantarse a abrir una cerveza fría... sobre la mesa, un montón de libros parecen a punto de desmoronarse, esperando ser leídos.

Pereza, pereza...

(De las cosas por hacer, de los encargos, las fechas de entrega, de todo eso... prohibido hablar. Hoy, al menos.)

Y el calor, que no se va.