Día de fiesta. (No demasiado: trabajo. Madrugón. Cansado...)
Leído lo último de De Ponent, un libro de Bartolomé Seguí sobre guión de Ramón de España. El sueño de México. Sorprendente... Tiene todos los tics característicos de su escritor, pero esta vez parecen asumidos desde una mirada menos melodramática (menos, por así decir, Sinatra), más... natural, a falta de mejor palabra. (Más... Gato Pérez, a falta de mejor imagen.) Su lectura no provoca vergüenza ajena, como con trabajos anteriores estaba siempre a punto de ocurrir...
Si añadimos a un Seguí dueño de sí, estilizado y vibrante, buen narrador, siempre cerca del apunte costumbrista y capaz de caracterizar a sus personajes con un par de trazos... Tenemos, en fin, un buen tebeo, una lectura agradable. Con su poso de melancolía, sí. Su antihéroe trasnochado. Sus diálogos, ingeniosos (pero sin pretensiones).
Mientras lo leía, me ha venido a la cabeza algún título de hace años. Destino gris, de Montesol y el gran Roger, por ejemplo. (Se publicó por entregas en el primer Cairo.)
Poco más. La sobremesa ha sido amenizada con dos capítulos de Urgencias (temporada II). Brillantes, claro. (Después de cenar, seguramente, dos más. Si no tres...)
Y mañana se inicia la semana normal. Sin más puentes. Sin más sorpresas. (O sí, vaya usted a saber.)
Y con obligaciones, eso sí.