viernes, 18 de marzo de 2005

baño de realidad

Vestuario. Un puñado de compañeros cambiándose, charlando al buen tuntún... sin pensar lo que se dice: conversación entre hombres y eso, ya saben...

Pues eso, que habría mucho que hablar en eso de los malos tratos. Que, bueno, nunca pegarían a nadie, y menos a una mujer, pero a veces se dan casos que, claro, no les extraña que a alguno se le vaya la mano, porque las mujeres, cómo son, ya se sabe... (Incluso de matar, hablaban: normal que a alguien se le crucen los cables, que ellas, en los divorcios, se lo quedan todo, y luego meten a cualquiera en la cama y tienes que mantenerle tú, encima... Y no me invento ni una coma.)

Que son avariciosas. Que tienen todo a favor. Que si una dice que le has tocado el culo... estás vendido, porque todos van a creerla a ella, aunque sea mentira. (Conclusión, expresada entre risas de machito aguardentoso: mejor se lo toco y ya está, porque total...)


Gente de todas las edades: más jóvenes que yo y a punto de jubilarse.

Normal, de la que encuentras cada día en el metro, en el bar. (Joder, que trabajan conmigo...)


Se habla de educar, de asignaturas de valores cívicos y tal y cual. Se habla de histerias feministas, de discriminación positiva (o negativa, o neutra, tanto da). Se habla por hablar, pero la realidad está ahí, justo ahí; al alcance de la mano: sucia, triste, repulsiva.