Paseíto mañanero entre libros. Un par de descubrimientos. Por un lado, DeBolsillo compila, en un único tomo de tapa blanda, todas las entregas de Mujeres Alteradas, de Maitena. (Me consta que es autora con pocos amigos en el campo de la Historieta de por acá, no sé si por publicar en la prensa más poderosa, por feminista, por ese extraño afán de muchos por ser políticamente incorrectos, haga falta o no... Pero a mí me gusta, me parece una mujer con talento, con sentido del humor, con una mirada inteligente.) Por otro lado, Alianza recupera a Stanislaw Lem, escritor polaco de ficción científica y santo patrón de esta bitácora, y lo hace en bolsillo, en sus bibliotecas de autor: Relatos del piloto Pirx, Retorno de las estrellas; pero, además, Fiasco, que editó en su momento en una de sus colecciones caras. Todos ellos, títulos fundamentales. (Pocas veces como en los relatos del piloto Pirx se ha expresado el abismo de la inteligencia artificial, el robot como enigma, como alguien ajeno, como presencia alienígena, extraña. Pocas reflexiones tan devastadoras como la que en Fiasco se hace en torno a la imposibilidad de comunicación entre inteligencias... la soledad última, en fin.)
Anoche, por cierto, desapareció de la programación el capítulo de Urgencias. ¿O me equivoco, programé mal el vídeo, empezó más tarde aún?
Mañana (en unas horas), inexplicable evento nacional. En recuerdo, dicen, de las víctimas. Como si los que estaban cerca no los recordaran ya bastante. Como si los familiares y amigos no tuvieran ya suficientes pesadillas.
Lo importante, parece, son las fotografías del aniversario.
Yo recuerdo, de ese día, que me llamó mi chica desde el trabajo muy temprano para decirme que había estallado una bomba en Atocha. Me levanté, puse la televisión... y, a los pocos minutos, una amiga me envió un mensaje al móvil para decírmelo, también. (Recuerdo sus ojos húmedos cuando nos vimos luego, en el trabajo. Ella usa la misma línea de tren. Los dos conocemos a compañeros que también la usan, pero a la hora crítica de la mañana...)
Las fotografías conmemorativas no arreglan nada.
Tirarse los muertos a la cabeza, tampoco.