domingo, 20 de marzo de 2005

a vuelapluma: primavera

Que llega, sí, con un día de ligero bochorno, no sé si preludio de lluvias inminentes o de un verano tropical. Y con un madrugón.

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Mirando EP[S], en la absurda sección de decoración (esa en la que, ya saben, nos enseñan apartamentos, casas o entornos de variado y carísimo diseño) hay un pequeño reportaje sobre la vivienda de Jordi Labanda, que viene a ser como una de sus ilustraciones en dúplex y 3D: lujo lounge y glamour chic. Y dinero a espuertas, si se me permite la expresión, tan vulgar...

Distrayendo los ojos en las fotografías de las diferentes habitaciones (en las que ni por todo el oro del mundo querría ni podría vivir, todo hay que decirlo: que una cosa es ilustrar para Vogue y otra, muy distinta, vivir en una de esas imágenes), se confirma algo que era ya, desengañémonos, una evidencia: soy un envidioso.

Ah, pero no envidio el éxito merecido, ni el dinero ganado a pulso. Sí el estrellato injusto e inexplicable, por no abandonar el caso del señor Labanda, que tanto debe a tantos y tantos referentes plásticos ha sabido amalgamar en su batidora banalizadora.



Hay más ejemplos. (Y habrá tiempo, a lo mejor, de entrar en ellos con detalle...)

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Por lo demás, el fin de semana ha sido largo, como ya me temía. Pero mis viajes en metro me han permitido avanzar casi trescients páginas en Endymion... (Eso sí, los deberes siguen a medio hacer. Todos. Y la columna de tebeos por leer ahí está, sin apenas cambios. Ay... ¿dónde venden días de treinta horas?)